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CON UN CORAZÓN HUMANO CAPITULO 10: LO QUE MUEVE A JESUCRISTO  Norberto Strotmann, M.S.C.

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Invitación a una reflexión sobre el Sagrado Corazón

lnspirar la vida por el Sagrado Corazón presupone la libre decisión de dejarse guiar por este símbolo. Los símbolos 1 por ser productos de costumbre, convención social o tradición, necesitan ser aprendidos; pero el hombre es libre en su elección de símbolos, más aún en la elección de símbolos religiosos.

El Sagrado Corazón como símbolo no forma el centro de revelación y fe cristiana, sino que invita a buscarlo. Este símbolo invita al hombre de corazón abierto a orientarse hacia el Cristo de la revelación, al Cristo de la fe de cristianos, buscando por la invitación de este símbolo el centro de la personalidad de Jesucristo, de su vida, de su mensaje y praxis, de su muerte y resurrección. Así, una espiritualidad guiada por el Sagrado Corazón presupone la fe en Jesús como el Cristo. Sin una fe viva en El, una espiritualidad basada en su Corazón será imposible, porque no tendrá referencia.

En consecuencia, nadie está obligado a aceptar el símbolo del Sagrado Corazón como guía de su vida. Más, cuando el hombre para concentrar su fe en Cristo, hace una elección libre de este símbolo, Io hace presuponiendo el Credo de cristiano.

Un símbolo que pueda dirigir nuestra vida debe ser de gran alcance y de suma importancia: debe invitarnos a pensar sobre los valores decisivos para nuestra vida, as í pues, no puede oponerse a nuestra experiencia diaria, sino más bien, debe cargar con nuestra vida y mostrar un camino para vivir nuestros ideales. ¿Puede cumplir el símbolo del Corazón con estas expectativas?

El símbolo del Sagrado Corazón de Jesús representa a Jesús el Cristo. ¿Pero en qué sentido?  ¿Qué es lo específico de la invitación de nuestro símbolo?

Sabemos que no somos los primeros que utilizamos este símbolo y esta palabra, que tiene su tradición. Por ello, si tomamos la tradición filosófica de la palabra Corazón 2 constatamos que siempre sirvió para representar funciones céntrico-elementales para la vida humana. La historia subraya la importancia de este símbolo, aunque su contenido varía bastante. Por ejemplo, la filosofía griega opone cabeza y corazón en una diferencia analítica que influye aún hoy día. Corazón podía señalar durante la historia las condiciones básicas del ser humano: intelección, volición, sentimiento; aunque siempre seña- la algo parcial.

En cambio, en la Biblia 3 y en el pensamiento patrístico, Corazón no señala funciones singulares, sino la persona en su totalidad, el centro de la personalidad y de su dinámica corporal y espiritual. De aquí surge la interrogación básica que nos va a guiar en nuestra reflexión sobre el “Corazón”.

 

*QUE ES LO QUE MUEVE A JESUCRISTO?

 

En la forma de traducción del símbolo expuesta antes vemos una ventaja muy grande y es la de que aceptando como guía y orientación de vida a este símbolo, nadie que haya entendido la función de un símbolo, se esclaviza a un canon o catálogo de afirmaciones y prescripciones prefabricadas.

El símbolo del Sagrado Corazón es una invitación exigente de búsqueda de lo que movió a Jesucristo (Jesús histórico, NT...) y de Io que Io mueve hasta hoy (sus promesas escatológicas, los sacramentos...) para dejarse mover en la propia vida por El. Así tornado, el símbolo tiene una profunda función anti-ideológica y liberadora, y por ello el símbolo del Corazón abre un método especial de seguir a Cristo.

Existen también símbolos obligatorios, cuyo desprecio es sancionado socialmente; son, sobre todo, los símbolos necesarios para el funcionamiento de la sociedad. En oposición a estos, existen símbolos que no nos obligan sino que más bien nos invitan, son sobre todo los símbolos religiosos, y entre ellos uno es el del Sagrado Corazón. Ahora bien, sólo cuando respetamos en este símbolo su carácter de invitación y aceptamos incluso que muchos no lo quieran como guía de su vida —y en eso tienen razón puesto que no están obligados a seguir ese camino—, sólo así, puede ser un baluarte de libertad, sólo así indicará lo que es "libertad cristiana", una libertad orientada en Cristo.

"Lo que mueve a Jesucristo" es la inspiración continua del hombre preocupado por el Corazón de Jesús. Mas, ¿no parece eso una fórmula vacía? El símbolo del Sagrado Corazón se convierte automáticamente en una fórmula vacía, cuando se hace de él una mera costumbre lingüística sin que interese "lo que mueve a Jesucristo" y sin "dejarse mover por él". Se da así una contaminación lingüística peligrosa pues se ofrece a Jesucristo como guía de vida "sin creer en El" y se vende su personalidad como amor "sin el intento de amar como El". Concluimos de esto, que nuestro símbolo en cuestión es muy exigente y el que lo use, necesita alta sensibilidad para no abusar de él.

Lo que a muchos desanima a dejarse guiar en su vida por el Corazón de Jesús es que serán pocos hoy d ía quienes les acompañen en este camino. Pero, el que necesita mayorías para su fe, no puede dejarse guiar por el Sagrado Corazón, y la razón teológica de ello ya fue mencionada anteriormente y es que la espiritualidad del Sagrado Corazón es un método de vivir la fe, pero no materia obligada por la fe. Por ello, vivir con este símbolo presupone coraje de fe, puesto que esta fe posibilita una vida abierta para Dios y el hombre, pero no funciona como "seguro social'

¿Por qué no definimos al símbolo Corazón con palabras como amor", "compasión", etc.? La respuesta es fácil: tememos que definiciones como estas corten la función del símbolo, que hagan callar su invitación. Si uno dice: El Sagrado Corazón nos señala que Dios es amor, expresa una verdad de suma importancia, pero vemos el peligro (aunque no necesariamente sea así) de que esta definición se presente como etiqueta conocida y acostumbrada. En cambio, cuando tomamos al Sagrado Corazón como pregunta y respuesta por "lo que mueve a Jesucristo", entonces puede invitar a un método muy dinámico de vivir la fe.

Con esta circunscripción respetamos sobre todo el pensamiento bíblico-patrístico y abarcamos la plurifuncionalidad del Corazón en el pensamiento filosófico, rechazando al mismo tiempo su "selectividad" y sobre todo su identificación del símbolo con "sentimientos" y "sentimentalismos". "Lo que mueve a Jesucristo" se interesa como pregunta y respuesta por el "Christus Totus".

Presuponemos la fe eclesial en Jesús como el Cristo, sin que esperemos mediante el símbolo aclaraciones dogmáticas. El marco puesto al símbolo— tiene algo anti-definitivo, algo que parece decir: Cristo no se deja definir; lo que puedes hacer es: interesarte por él y por lo que le mueve, para moverte corno El. Cristo no te invita a definirlo, sino a experimentar lo que le mueva a Él, de lo contrario: ¡tu Cristo no tendrá corazón!


Los símbolos por su estructura y función son ambiguos, y su ambigüedad es más grande aún para los símbolos religiosos 4.. El símbolo del Sagrado Corazón representa al Jesucristo de la fe preguntándose por "lo que le mueve": sea en su encarnación, en su vida, su prédica, su manera de actuar, su muerte, su resurrección, sus promesas escatológicas, etc., busca descubrir en este Jesús lo que le mueve, sin dividirlo en su ética, volición, sentimientos, intelección, conciencia, percepción; en su posición frente a los demás, a la sociedad, a la cultura de su tiempo. Todos estos factores son estímulos de la única pregunta central: ¿Qué le mueve?

Stephen Toulmin escribió en su "Crítica de la Razón Colectiva": "El hombre no muestra su inteligencia elaborando sus conceptos e ideas en estructuras formales-exactas, sino confrontándose con espíritu abierto a nuevas situaciones 5. Por ello, la apertura de nuestro símbolo y en consecuencia su ambigüedad forma una oportunidad para la fe y su reflexión teológica; su método de vivir la fe es una oportunidad de reconciliar las pretensiones de nuestra fe con la situación de vida actual, aunque sea en grupos pequeños.

Con esto está claramente expresado que una teoría del Sagrado Corazón es posible sólo a costo de la función y de la dinámica del símbolo, que es una invitación y no una prescripción 6. Esta invitación presupone el interés del que usa el símbolo (a) en Jesucristo, (b) El símbolo vive por estos dos polos, lo que al mismo tiempo consigue muchas formas de aplicar este símbolo a la vida.

a): El interés de un niño con cariño al Corazón de Jesús, es aparentemente diferente del interés de un obispo de edad avanzada; el interés del joven obrero es diferente al del religioso. Habrá en el futuro tantas formas de veneración al Corazón de Jesús, como hombres y grupos que experimentan su dinámica. Habrá en el futuro también abusos y contaminación lingüística.

b): La dinámica del símbolo no depende del símbolo como tal, ni depende únicamente de su interesado, sino sobre todo de la fe en Jesucristo, por quien se preocupa este símbolo. Hay gentes con una fe muy sencilla pero tremendamente vital; al igual que existen formas de fe muy refinadas pero apologéticas o restringidas (comparamos una vez la fe del campesino con la fe del teólogo especializado).

Con esta reflexión podemos terminar nuestra exposición, porque lógicamente no vamos a presentar una teoría del Sagrado Corazón. Nadie está obligado a aceptar una invitación pues se malogra la invitación al hacer de ella una obligación. Y si no obstante ofrecemos unas líneas de experiencia con el Sagrado Corazón, no buscamos una teoría, sino un simple ejemplo, pues estamos muy conscientes de que sus experiencias con el Sagrado Corazón son y serán muy diferentes. Con todo, podemos demostrar que vivir bajo la orientación del Corazón de Jesús puede ser una forma interesante y válida de vida cristiana; aunque no podamos demostrar que esta forma interesante es necesaria. La razón de esta limitación se da por la estructura y función del símbolo; y en última instancia, por Dios mismo: porque "Dios no es necesario; ¡es mucho más que necesario! " 7. Si podemos iluminar esta idea en forma ejemplar, entonces podemos verificar al mismo tiempo la tesis, que los símbolos hacen pensar.

LO QUE MUEVE A JESUCRISTO

"De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Heb. 1,15).

Dan ganas de seguir: De una manera fragmentaria y de muchos modos hablaron los cristianos sobre el Hijo desde su resurrección hasta nuestros días; conocemos al Jesús amigo de los Hippies, conocernos al Cristo de la dogmática clásica 8;  al Jesús del método histórico crítico 9  sabemos de las tensiones entre el Cristo de los carismáticos y el Jesús de la Liberación 10; sabemos de Cristo Rey como de Jesús Obrero; recordamos las tensiones que hubo por El en la historia 11; y no nos olvidamos de la fe sencilla. ¿Vamos a aumentar una cristología más o a añadir una de las muchas olas de moda? —No. Pero, seguimos hablando de Dios de una manera fragmentaria.

El que se deja guiar por eh Sagrado Corazón acepta eh que cada época busque expresar su fe en Cristo, igualmente acepta que la teología debe la coyuntura actual. El seguidor del Sagrado Corazón respeta la necesidad de los intentos de las teologías especializadas. Pero, su enfoque de vida de fe es otro: por ejemplo, se deja inspirar por los resultados del método crítico de la exégesis sin aceptar nada sus decisiones científicas, pero ayudando al final con su pregunta ¿y qué fue lo que movió a Jesús en su historia de vida?

Este método de vivir la fe bajo la pregunta ¿Qué mueve a Cristo? y ¿Qué me puede mover a mí?, puede atraer con su constante preocupación por Cristo, el centro de su persona, y su dinámica aportar una valiosa dinamización para la teología, sin prescribirla en nada en su camino científico.

El contexto de seguir a Cristo bajo el símbolo del Sagrado Corazón es la fe de la Iglesia, que se basa en la Biblia y que se reformula continuamente frente a las preocupaciones contemporáneas. Dentro de las olas de moda que mueven también nuestra fe, frente a las tensiones que atraen las diversas respuestas, el Sagrado Corazón con- centra la dinámica de los fieles en la dinámica central de Cristo. Es Cristo, quien invita en última instancia a este método de vivir la fe; es El quien en último término debe corregir nuestros abusos del símbolo de su Corazón.

Busquemos ahora enfocar en forma de ejemplo, “to que mueve a Jesucristo”. Reflexionemos sobre la Encarnación, sobre la vida y misión de Cristo, sobre su Cruz y Resurrección, bajo la única preocupación ¿Y qué es la dinámica central en él?

 

I.1. LA ENCARNACIÓN: "DIOS CON NOSOTROS"

 

“Al Ilegar la plenitud de los tiempos, envió   Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Gal. 4,4).

Los textos sobre el misterio de la encarnación se nos presentan en las cartas paulinas y deutero-paulinas, en los evangelios sinópticos, el apocalipsis y el prólogo del evangelio de Juan. Aunque los textos representan reflexiones post-pascuales y tanto sus formas literarias como sus motivos teológicos son múltiples 12, cada autor señala su interés por la pregunta: ¿Quién es Jesús para nosotros desde un principio? Para Pablo es el preexistente, quien se humilla cargando con nuestro pecado; para Mateo es "más que Moisés"; para Lucas es más grande que el profeta más grande del A.T.; y Juan Io presenta como Logos.

Parece que desde el comienzo hasta hoy ha sido difícil explicar la Iógica de la encarnación. La pluriformidad del misterio en la Biblia ya señala este problema. Su reflexión sufre varias dificultades: así, bajo el lema ¿Cur Deus homo? se ha intentado muchas veces durante la historia de la teología y de manera poco discreta descubrir la motivación divina y algunas teologías dejan el sabor, que saben más que Dios. Otro problema es de origen lingüístico: la palabra "encarnación" señalaba en la teología el acontecimiento del "Dios, hecho hombre" y por ello durante los últimos años se ha utilizado esta palabra en la teología de la vida religiosa para un programa social, para exigir la adaptación de los religiosos al ambiente de los pobres y marginados.

¿Qué es to que mueve at Hijo de Dios para hacerse hombre? ¿Por qué no manda un mensaje simbólico? ¿Por qué se hace hombre?

Jesús no busca privilegios para su auto-manifestación, sino que nace "probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado" (Heb. 4,15). No busca brillar, sino compartir. No se impone en su encarnación como los dioses de las hierogamías, que violan la dignidad humana durante la historia de las religiones 13, sino que su nacer señala el trato respetuoso del hombre por Dios. Con Cristo nace una nueva situación entre Dios y el hombre.

No obstante, la basura que el hombre produce en su historia contra Dios y el hombre, Dios se enamora de él de tal manera que no le basta con acompañarlo, cuidarlo y protegerlo (AT). Su Hijo se hace hombre, participa de nuestra vida —tan corta y muchas veces tan fracasada— para que nosotros participemos de su vida para siempre (NT). No pone condiciones, ni excluye a nadie; sólo exige la fe en su Hijo. DIOS QUIERE ESTAR CON NOSOTROS. Este es el núcleo del misterio de la encarnación.

Así la vida del hombre recibe una nueva cualidad; desde allí la vida del hombre y su tratamiento es de interés divino, sin condición ni exclusión. Desde la encarnación el hombre es un valor extraordinario para Dios, un valor, que Dios nunca quiere perder. Desde la encarnación cada hombre tiene su "plusvalía" y su "dignidad" por Dios m ismo.

Con Cristo terminan los dioses que buscan imponerse al hombre e impresionarlo. La encarnación habla con fe viva de un Dios que comparte con el hombre. Son valores que Dios ofrece para una vida con sentido. Tenemos que iluminar ahora la importancia que tienen para nuestra vida diaria.

 

1.2. LA VIDA PUBLICA:

“PARA EL PADRE Y PARA LOS HOMBRES" 14

 

"łba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando el Reino de Dios" {Lc. 8,1 par.).

 “AI atardecer, le trajeron muchos endemoniados; él expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los enfermos" (Mt. 8,16).

Sólo en forma de flash se puede intentar una sintetizaciôn de lo que mueve a Jesús en su vida pública: ¡La vida de Jesús es una vida con los hombres, pero su núcleo céntrico, su dinámica, la recibe por su disposición Para su Padre y Para los hombres, sin división y sin mezcla!

El núcleo del mensaje de Jesús es buena nueva desde Dios: “El Reino de Dios está cerca! ". Con estas palabras Jesús indica un acontecimiento dinámico, por el cual Dios comienza su poder en el mundo, su actuar para-con el hombre. Jesús invierte su vida en la Ilamada que Dios nos da a su Reino, que el Padre es “gracia", benevolencia para-con los hombres. Este Reino es vida, felicidad y alegría para el hombre por Dios mismo. El mensaje de Jesús busca abrir as í un futuro para el hombre —un futuro por y con Dios—; y busca al mismo tiempo abrir un futuro para Dios con el hombre. Pero el hombre se puede negar: Y Jesús experimenta el peligro de esta negación humana. El Reino de Dios anunciado por Jesús quiere decir: “Dios actúa para los hombres”’ 15.

Jesús invierte su vida en este mensaje, invierte toda su dinámica en esta prédica. Pero ni prescribe a su Padre el cuándo y cómo debe real izarlo (Cf. Lc. 17,20s.). El sentido de su mensaje nuclear se aclara más por toda la prédica de Jesús y por toda su praxis de vida: En él se experimenta el Reino de Dios, porque “todo Io ha hecho bien; también hace oir a los sordos y hablar a los mudos" (Mc. 7,37).

La prédica de Jesús se basa en su fe, de que el Padre actuará para-con el hombre. AI mismo tiempo abre este mensaje nuevas perspectivas para vivir. El mensaje del Reino no condena al hombre a la pasividad, al fatalismo, sino que le libera a una nueva praxis, a una nueva manera de vivir: Esta nueva perspectiva para la vida Jesús la señala sobre todo en las grandes parábolas. En ellas Jesús nos indica otras posibilidades de vivir: confiando en el Padre, quien acepta at hombre sin condiciones y excepciones (Lc. 15,11-32: Hijo Pródigo) y al mismo tiempo abriéndose a todos los hombres sin condiciones y excepciones (Lc. 10,29—37: Buen Samaritano). En las parábolas escatológicas, que tratan de Jesús m ismo, él habla siempre del Reino de Dios, de su Señor ío, que en Jesús se ha acercado y ya actúa en El, pero que por otro Iado está todavía por venir y es incalculable. Jesús exige por sus parábolas: Ya, ahora, hay que cambiar la vida. El centro de las parábolas se da así: si el Padre actúa para los hombres, el hombre debe actuar para Dios y sus hermanos.

En el mensaje de Jesús encontramos todavía más: sus Bienaventuranzas (Mt. 5,1—12; Lc. 6,20-23), que señalan: Ahora Dios está cerca como un Dios comprometido en la vida de Ios que le necesitan: Con Jesús viene el Reino y El incluye a todos los hombres: pobres, olvidados, despreciados, pecadores... Así índica lo que Dios quiere: paz, sonrisa, salud, felicidad. Dios —en la historia— quiere la vida de los hombres, su bienestar y no su muerte ni su miseria. En las Bienaventuranzas se encuentra además una espiritualidad y una experiencia humana, que reconoce las limitaciones del hombre frente al mal en este mundo; se encuentra una fe que respeta, que existan sufrimientos y una impotencia frente a éstos, y que esto no to puede eliminar el hombre. Existe un sufrir humano, que únicamente Dios puede cambiar. De eso Jesús está convencido y grita en las Bienaventuranzas: ¡si los hombres han hecho Io posible, lo que quedará del sufrir humano, Dios to cambiará para el hombre!

La vida de Jesús es una vida llena de mensaje: Jesús es mensaje- ro para su Padre y mensaje para los hombres. Esto ya se podía constatar anteriormente: ¡su vida nos es una abstracción —como nuestra breve reflexión sobre él! —, no es pura teoría. Su praxis diaria, su actitud de cada día subraya su prédica; no sólo en su palabra, sino también en su persona misma y en su actuar, se descubre quien es Dios.

Las cuatro tradiciones evangélicas nos hablan de encuentros de Jesús durante las comidas — ¡lo que era estrictamente prohibido! con pecadores, aduaneros y mujeres de mala fama. Y así dice por su actuar: Dios —mi Padre— es un Dios para todos. Justamente a los pecadores y marginados debe Ilegar la invitación de comunicarse con Dios. Los pecadores deben llegar a la mesa de Dios e ir hacia la comunidad con los hombres —para salir de su isolación pecadora. As í dice por su praxis: Mi Padre es sin condición, sin exclusión, sin prejuicio, un Padre para todos los hombres. Dios actúa, dice Jesús por su vida.

Para anunciar el Reino, Jesús forma su círculo de discípulos (Mc. I, 16—20), ellos le siguen y le ayudan. Y por esta comunidad nos ha Ilegado hasta hoy la experiencia de la salvación en Cristo —desde Dios. Como Jesús, sus discípulos deben vivir para Dios y para los hombres. Su seguimiento a Cristo no sólo presupone la fe en El y su confesión: Jesús exige la conversión de cada discípulo (eso indica la estructura de las llamadas en la Biblia). ¡Si Dios actúa para los hombres, el hombre debe actuar para Dios y para sus hermanos, dice Jesús por la praxis de la llamada!

 

Que el Reino es benevolencia desde Dios, no se queda en pura palabra: donde Jesús encuentra a los enfermos y marginados, allí practica las bienaventuranzas. El sufrir, que el hombre no puede cambiar, Jesús lo cambia por voluntad del Padre, viviendo así la esperanza. Hoy los exégetas más críticos están convencidos que Jesús históricamente realizó sanaciones de enfermos y expulsiones de demonios (cf. Mc. 1,32-34; 3.7—12; 6,53—56: 9,14—30). En Jesús se experimentó salvación hasta corporalmente: "Y curó a todos los enfermos por pura clemencia", esto quiere decir que en Jesús se realiza la realidad bienhechora del Reino de Dios. Los milagros 16 como praxis de Jesús nos dicen: los sufrimientos humanos, ¡Dios los cambiará!

Lo que mueve a Jesús en su vida es el mensaje de que Dios es Padre PARA TODOS los hombres; en su misma forma de vivir él expresa este mensaje. Para su Padre y para nosotros él invierte su vida, sin división y sin mezcla. Por su mensaje nos Ilega una nueva esperanza para toda la humanidad.

I.                3. CRUZ Y RESURRECCIÓN: VIDA POR NOSOTROS

“Ustedes mataron a Jesús clavándole en la cruz; a Este, pues, Dios le resucitó" (Hech. 2,23).

En la institución de la Eucaristía según San Lucas, Jesús ofrece el pan con las palabras: “Este es mi cuerpo, que va a ser entregado por Ustedes", y el vino “Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por Ustedes”. (Lc. 22,19 s). Pertenece a la tradición más antigua que Jesús aceptó voluntariamente su muerte 17. Su vida, que es un grito hacia los hombres, que dice que Dios es un Dios-con-los-hombres y Padre-para-todos, fracasa de la manera más cruel en el sin-sentido, que llamamos la cruz. AI que busca dar nuevo sentido a nuestra vida, le sacan su vida sin sentido, matándole como a un criminal.

¿Qué es lo que mueve a Jesús en su camino hacia la Cruz? — La muerte para el hombre de hoy es el colmo del sin-sentido de los sufrimientos humanos! ; y la matanza de un hombre —además de un inocente! — sólo se puede lamentar y condenar. ¿Pero buscar todavía un sentido en esta auto-entrega de Jesús, ¿no será eso perverso? Por ello, buscaremos indicar que Jesús muere en la cruz POR el Padre (a) y PO R los hombres (b). Ambas explicaciones atraen sus dificultades, que hay que aclarar:

 

a)       El “sacrificio” mal entendido: Jesús muere en la cruz “por el Padre".

Muy poca gente acepta hoy en día, que Dios pueda ser tan cruel de exigir de su Hijo la muerte. No podría reconciliarnos con este Dios el ejemplo de Abraham, quien ofrece a su hijo Isaac (Gen. 21,1 ss); ni el hecho de que a la hora sexta se llevan los corderos al templo de Jerusalén (la hora en que Jesús muere); ni las ideas de justicia, satis- facción, etc... El Dios que manda a su Hijo para manifestarse al hombre como el Dios-con-y-para-los-hombres no puede exigir por satisfacción la matanza de su Hijo. —Y tienen razón con esta crítica: no da sentido.

Entonces: ¿La muerte de Jesús no es un sacrificio? Es mucho más sacrificio que los sacrificios del AT. o de las demás religiones e,

porque es auto-entrega voluntaria de Jesús por su Padre, para salvar su rostro; y no un regalo al Dios-encima-de-nosotros, para tranquilizarlo o comprarlo. En su cruz Jesús critica toda idea de sacrificio que presuponga a un dios ergotista, caprichoso y cruel. El sacrificio de Cristo es cruel, pero no el Padre, a quien anuncia en la cruz. Además, debería ser un dios muy raro, que se siente reconciliado por la injusticia contra su propio Hijo. ¿Qué mueve a Jesucristo en su aceptación voluntaria de la cruz? La respuesta debe iluminar el sentido de su muerte por el Padre.

b)       La salvación mal entendida: Jesús murió por los hombres.

La dificultad que tenemos hoy día con el mensaje de la salvación, es una crítica que nace de las consecuencias sociales de este mensaje mal entendido. Ya C. Marx criticó la religión como” Opio para/del pueblo" 19, que busca tranquilizar al hombre frente a sus sufrimientos. ¿Es la muerte de Jesús por nosotros un tranquilizante, que expresa Cristo ya sufrió, toma tú también la cruz de tu vida? ‹La cruz por nosotros será de verdad la justificación divina del sufrimiento humano?

Dios no se hizo hornbre, para que los seres humanos formen una especie llena de gratitud hacia Él. Y Jesús nos señala al Dios-con-el- hombre bajo la condición de que el hombre esté con Dios

—No negamos, que de la cruz se ha abusado en la historia de esta manera (y sobre todo en la historia de América Latina). Pero el abuso de Cristo no hace de él mismo un abusivo, sino del hombre. Lo que mueve a Jesucristo a morir en la cruz por nosotros debe cambiar este nuestro prejuicio.

Cristo acepta el rechazo de su mensaje y de sí mismo como mensajero, pero no busca este rechazo. Ofrece desde la encarnación al Dios-con-los-hombres, un Dios que acepta a todos sin excepción y sin condición; en su vida pública grita y vive el mensaje del Padre -para-todos-los-hombres, quien busca sin prejuicio y sin venganza a todos: anuncia el Reino para todos, come con recaudadores y putas, cambia la suerte de los enfermos...

Este su mensaje y praxis le atrae el rechazo de todos, quienes no le aceptan como mensaje vivo de Dios.

  Un dios comercial no necesita la inversión de su hijo; cualquier ideología religiosa o política vende a estos dioses en las calles por un precio barato. Jesús no invierte su vida en el mensaje que Dios es Padre-para-todos bajo la condición en cuanto el hombre vive para Dios; aquel dios enano no necesita, sino que excluye la preocupación por los pecado- res, enfermos, rechazados, despreciados... Este no es el Padre de Jesucristo —y gracias a Cristo en la cruz— tampoco nuestro Padre.

Jesús invierte su vida POR el Padre, verificando que Dios está con el hombre aunque el hombre lo rechaza, que es Padre para todos, aunque los hombres matan a su Hijo. La cruz es la verificación del mensaje y de la vida de Jesús: La benevolencia de Dios no tiene su medida en la benevolencia del hombre. Desde la encarnación de la Palabra, la apertura de Dios para el hombre es definitiva; en Cristo dice su SI al hombre, y ni el asesinato de su Hijo lo cambia en un “reaccionario", que tienen otro concepto de Dios y del destino del hombre, el rechazo de las ideologías religiosas (fariseos, saduceos, zelotas...), porque “pues mayor es Dios que nuestro corazón" (Un. 3,20). As í, la cruz es evangelio en acción, revelación de Dios sin presenta a un Dios diferente del suyo; el rechazo de las ideologías políticas (Herodes, pax romana...), porque el Padre de Jesucristo trata al hombre de una manera muy diferente al de estas ideologías. Su mensaje es peligroso para cualquiera que sea la alternativa. Y así todas las alternativas buscan eliminarlo: las personas, que le rechazan por charlatán, y también los grupos religiosos y políticos. Por su mensaje, Jesús cuestiona la manera de ser de ellos, cuestiona sus programas y sus criterios de vida.

Jesús puede retroceder o retirarse; puede negar frente a Pilato la acusación, diciendo “no soy rey"; puede suavizar su mensaje diciendo bien, no quería decir eso, mi Padre se entiende con todos, con fariseos, saduceos y los que quieran, acepta a cualquier dios, si me dejan en paz. ¿Qué Dios-con-nosotros será éste, que retrocede ante la maldad del hombre? ¿Qué Padre-para-algunos? De este dios ya no se podría decir que "es más grande, que nuestro corazón" (1 Jn. 3,20) 20 palabras. Y sólo por la cruz vale decir del Hijo de Dios: “probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado" (Heb. 4,15). Sólo en este Dios vale creer y confiar, en este Dios vale esperar y mirar hacia adelante, sin desviarse de la miseria del hombre; sólo por este Cristo podemos intentar el seguir su camino de entrega.

Jesús invierte su vida por los hombres: el rechazo de su mensaje por los hombres no le cambia su fidelidad al mensaje de su Padre. Rechazado por los hombres, muere por ellos, verificando as í su mensaje sobre la fidelidad del Padre. Muriendo por los hombres, su fidelidad expresa la desconocida fidelidad del Padre para-con los hombres. En esta cruz no hay nada de fatalismo, nada de un sufrir por sufrir. La pasión de Cristo es ACTIVA, expresión silenciosa de la fidelidad de Dios para-con nosotros y crítica implícita de todo sufrimiento humano, excepto el sufrir por la fidelidad de Dios para-con el hombre.

‹Esta forma de ver la muerte de Jesús por nosotros (salvación) es aIgo tranquilizante? Por su muerte Jesús demuestra nuestra aceptación incondicional por Dios, el Padre; nos facilita la fe que el hombre necesita para responder a la invitación de Dios a una vida feliz. Pero esta salvación no soluciona ni el menor problema de nuestra vida diaria. Esta muerte por nosotros es más exigente aun cuando postula: Confía en Dios e invierte tu vida en los demás, sin condiciones ni excepciones. Esta inversión te consigue la vida de Dios, pero no te asegura las gracias del hombre. Si el hombre sigue el ejemplo de Cristo y hace Io posible de su parte, Dios cambiará Io que el hombre no puede cambiar —incluso la muerte.

Lo que mueve a Jesucristo, es su preocupación por su Padre y por nosotros/sus hermanos, sin separación y sin mezcla 21 nos presenta un nuevo rostro de Dios: Un Dios, quien nos hizo, pero que no es un dios -encima , sino eI Dios-con - eI -hombre, no un dios--contra-el-hombre-desde-las-alturas, sino para-los-hombres, un Dios que invierte su vida por el hombre, un Dios que espera del hombre que viva del mismo Espíritu, confesando por el Hijo a este Padre, un Dios que espera que invirtamos nuestra vida en el hombre, como él invirtió la suya: para hacemos partícipes de su propia vida. As í el Corazón de Jesús será para los hombres: FONS VITAE.

 

II. “...PARA MOVERNOS A NOSOTROS”

 

Los símbolos pueden guiar la vida; y no imponen leyes ni reglas, más, invitan a reflexionar. El símbolo del Corazón de Jesús nos invitó a buscar en la vida de Jesús Io que le mueve, hemos visto en que valores él invirtió su vida, hemos visto su historia de entrega por su Padre y por sus hermanos. Pero el símbolo no desvía la atención de la propia vida, no es alienante; sino que busca —donde fue aceptado en libertad y con sinceridad— sacar sus conclusiones orientadoras para la propia vida 22.

El Corazón de Jesús nos hizo ver, Io que mueve a Jesucristo y al final nos pregunta: ¿Y cómo te mueves tú? ¿Lo que mueve a Cristo, puede ser la norma de nuestra vida?, ¿Nos indica cómo actuar? Sí, pero otra vez en forma de invitación y no en forma de cumplir catálogos de exigencias. Esta forma, de hacer de Io que mueve a Jesús una norma de vida, que me mueve a mí, es una exigencia de cada día y de cada hombre, para quien acepta como orientación al Corazón de Jesús 23. Hacer hablar nuestro símbolo en cada situación es el chance del Sagrado Corazón, porque no señala una abstracción de la vida humana, sino su entrega.

 

¿En qué sentido nos puede mover Io que movió a Jesucristo? :

 

+        Dios con nosotros.

+        La vida pública PARA el Padre y PARA los hombres y

+        La entrega de Vida POR nosotros.

 

As í hemos elaborado en forma ejemplar los valores céntricos de la vida de Jesús. Reflexionemos ahora su normatividad para nuestra vida.

 

II.1. EL DIOS CON NOSOTROS — QUIEN NOS MUEVE

 

“Si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros. ¿Cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? (Rom 8, 31ss.; 1ra. hasta el v. 39). Este aprecio del hombre por Dios, le da al hombre su plusvalía y dignidad: ya no es pura basura de la evolución, puro objeto del interés del hombre por el hombre en las ciencias: Io es también, pero el hombre ahora es de interés divino; ya no es puro material de las políticas con sus principios ideológicos, arbitrarios y exclusivistas. Cristo trae sus interrogativos hacia estas formas de auto-realización a costo del hombre. Sin condiciones y sin exclusión, anuncia at Dios-con-todos-los-hombres

Es la nueva base de fe para los hombres, porque Dios actúa. El Dios, que vive con nosotros, invita al hombre a vivir con Él.

Si Dios está con los hombres, el hombre no puede vivir contra-el-hombre, o encima-del-otro. El aprecio del hombre por parte de Dios discrimina y denuncia cualquier forma de desprecio del hombre por el hombre. As í, es tarea primordial del que se deja guiar por el Corazón de Jesús, el trasmitir a su propia vida “to que movió a Jesús”. Intentará vivir en su familia, en su comunidad, en su trabajo diario “con” y no “contra”, “con” y no “encima” de los demás. Sólo as í se adquiere el derecho —reconociendo la propia debilidad— de exigir de manera veraz a las instituciones sociales y a su propia sociedad, el cambiar las estructuras económicas, políticas, culturales... de tal manera, que posibiliten una vida del hombre CON el hombre 24.

 

 

 

II.              2. UNA VIDA PARA EL PADRE Y PARA LOS HOMBRES

— QUE PIDE UNA RESPUESTA

 

Lo que nos Ilega a Dios no es pura "idea", "mensaje" o "teoría". Su Hijo invierte su v id a en el mensaje de su Padre y se hace mensaje para todos. Esta vida de Jesús abre para el hombre las siguientes preguntas:  ¿Por qué mensajes vive el hombre? y ‹Para quién vive?

Existen Ios medios masivos de comunicación con sus mensajes de felicidad: publican las supersticiones anheladas por el hombre; existen las ideologías religiosas, que por un nuevo método de vida prometen la tranquilidad psíquica del hombre; existen las ideologías políticas —de cualquier color— prometiendo su cielo por la entrega del poder; existe la persuasión de la droga; ex iste el mensaje del poder, del tener y del saber... As í tenemos mensajes de dioses en abundancia, que prometen hacer feliz al hombre.

El mensaje de Cristo interpela al hombre: ‹En qué mensaje te basas? ¿En los dioses de tu propio taller, o en el mensaje, en que Jesús invirtió su vida, el Dios para-con-todos los hombres sin excepción? Jesús vivió para su Padre y derribó a los dioses auto-fabricados. Esta decisión e inversión de vida le atrajo el contra-ataque de todos los mensajeros y alternativas, que le rodeaban.

Desde la vida de Cristo, los valores, que valen la inversión de vida, están claros: Dios y los hombres —sin condición y excepción. El sentido de la vida depende desde Jesús de la voluntad de vivir para Dios y para todos los hombres; no depende del tener, ni del poder, ni del saber...

Cada partido, que busca beneficiar sólo a sus miembros —cada grupo religioso, que vive encerrado en s í mismo— cada forma de economía, que sirve sólo a intereses particulares (sea que sirva para multiplicar el capital de pocos o para multiplicar la burocracia esta- tal, que se sirve a s í misma), cada forma de vida, que no tiene una estructura básica de servicio para todos los hombres, cae bajo la crítica de no dejarse mover por lo que movió a Jesús: sea en la vida personal, la vida religiosa-comunitaria, la vida familiar, la vida comunal, institucional... estatal o supra-estatal. Pues sólo el que vive por este impulso de Cristo, tiene la legitimación de descifrar a los dioses falsos de los demás.

 

 

III.            3. LA ENTREGA DE VIDA POR DIOS Y POR LOS HOMBRES — UNA VIDA ANORMAL

 

El mensaje de Jesús no depende ni del aplauso ni del rechazo por parte de los hombres. Cuando Jesús predica, que Dios acepta a todos los hombres, le gritan los hombres que a este Dios no lo aceptan. La fidelidad hacia el Padre para todos los hombres consigue su "sacrificio": por el Padre, cuyo rostro Jesús ni cambiará cuando le matan; por los hombres, a quienes Dios se ofrece como Padre no obstante el asesinato de su Hijo.

La Iógica de la cruz de Jesús es tan difícil para explicar, porque es a-normal. Simplificando algunos resultados de la teoría del comportamiento social, ¿el hombre reacciona de otra manera? 25 Por ejemplo, así:

(+) (+) = + (El amigo de mi amigo es mi amigo).

(+) . (-) = - (El amigo de mi enemigo es mi enemigo). (-) . (+) = - (El enemigo de mi amigo es mi enemigo). (-) . (-) = + (El enemigo de mi enemigo es mi amigo).

El Padre de Jesucristo no es el Dios-con-y-para-todos mientras los hornbres aplaudan: En la cruz de su Hijo se manifiesta más grande que los hombres; no deja de ser el Padre tal como su Hijo le anunció, no se hace normal o reaccionario.

Desde este acontecimiento, el que sigue a Cristo, el que se deja mover por El, está en constante peligro de ser a-normal: su vida —sin división y sin mezcla con y para Dios y con y para los hombres— no depende de los aplausos ni del rechazo de los demás, porque se deja mover por Cristo y lo que le movió a Él. Sin sentirse más, busca invertir su vida por Dios y por los hombres.

Esta manera de dejarse mover por lo que mueve a Jesucristo, es tarea, que puede transformar cada día, pero necesita también la in- versión de cada d Id. /\s í —y sólo as í— el Corazón de Jesús es FONS VITAE. Los símbolos hacen pensar, más el símbolo del Sagrado Corazón, además hace vivir. No es un camino de todos; pero es un camino, que guía por nuevos terrenos. Y es Cristo, quien guía y guía por un camino de libertad. Para los que se van por este camino, valen sus bienaventuranzas: Si el hombre hace Io posible, Dios actuará.

Resumimos nuestro segundo capítulo en pocas palabras: “Dios se dirige hacia el mundo con el mismo amor, en que Dios desde la eternidad ama a Dios, en que el Padre ama al Hijo. Este amor es el Espíritu Santo... Este amor de Dios hacia el mundo no tiene su medida en el mundo, y por eso no puede ser deducido del mundo, más se queda oculto en él. Este amor se revela sólo por el hecho de que Dios lo comunica en la Palabra de Dios" 26. Y “sólo por esta fe se realizan obras, que justifican delante de Dios, delante del mundo y delante de los cohermanos” 27; sólo esta fe libera al hombre del

miedo por s í mismo, sólo esta fe pone en libertad una esperanza, aquella que cada hombre necesita para vivir y para más allá de la muerte. Dejarse guiar por el símbolo del Sagrado Corazón es un método de vivir esta fe.

 

Notas

 

1.     Cf. H.J. Helle, ”Symboltheorie und religiöse Praxis”, En: Religion im Umbruch (ed. p. 1. Wössner) Stuttgart J 972, pp. 200 —2t4; A. Rapaport, Bedeutungsslehre — Eine semantische Kritik Darrmstadt 1972, pp. 14—35 (original : Invitation to semantics, New York, 197 3) y H. Utzmann, “Symbol”, en: Wisserischaftstheoretisches Lexikon (hg.v. E. B raun n. H. Radermacher). Graz-Wien-Köln 1978, col. 568 s.

2.       Según: W. Biesterfed, art. “Her z”. En: Historiches Wörterbuch der Philosophie, Vol. 3 ( Ed. p. J. Rither) Basel — Stuttgart  1974, 1100 — 1112. Además: Los artículos sobre CORAZÓN en Lthk/V, 285—300.

3.       Th.  Sorg, art. Herz”.  En: Theologisches Begriffslexikon Zum  Neuen Testamen t (ed . por  Goenen et al.) Band. II. Wuppertal 81972, 680—683. Cf. también P. Hoffman, Art. CORAZÓN / l. Sagrada Escritura. En' H. Fries (ed): Conceptos Fundamentales de la teología. Tomo I. Madrid 2 1979, 248—252.

4.       H. Gipper: Gibt es ein sprachliches Relativitäts-prinzip? Untersuchungen zur SapirWhorf-Hypothese. Frankfurt 192 P36—249.

5.       Id., Kritik der kol/ektiven Vernunft, Frankfurt/M. 1978, 9.

6.       Esto no excluye, que un grupo de fieles presente en forma teórica sus experiencias con este símbolo religioso.

7.       Tesis central de E. Jüngel: Gott als Geheimnis der We/t. Tübingen 2 1977, 30 y 520.

8.       W. Kasper: Jesús, el Cristo, Salamanca 1976; O. González de Cardedal: Jesús de Nazaret — Aproximación a la Cristología, Madrid 1975; W. Pannenberg: Fundamentos de Cristología, Salamanca 1974; Ch. Duquoc: Cristología Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazaret el Mesías. Salamanca 1974; y Mysterium Salutis — Manual de Teología como Historia de la Salvación (ed. p. J. Feiner y M. Löher) Vol. III; Cristo. Madrid, 1971.

9.       K. H. Schelkle, Teología de/ Nuevo Testamento, Tomo ll: Dios estaba en Cristo. Barcelona 1977; E. Schillebeeckx: Jesús Die Geschichte von einen Lebenden. Freiburg/Br. 1975; H. Leroy: Jesús — Ueber/ieferung und Deutung (Reihe: Erträge der Forschung Bd. 95). Darmstadt 1978.

10.     L Boff, Jesucristo el Liberador — Ensayo de Cristología para nuestro Tiempo, Buenos Aires 1976. Jon Sobrino: Cristología desde América Latina. México 1976. J.l. González Faus: La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología (2 tomos). Burgos 2197 5.

11. H. Karpp, Textbuch zur a/tkirchlichen Christologie. Neukirchen 1972; A. Adarn: Lehrbuch der Dogmengeschichte, 2 vols. Gütersloh 1970; A. Grillmeier: Christ in Christian Tradition, Vol. 1, Oxford/London 21975; A. Grillmeier: Mit ihm und in ihm — Christo/ogische Forschungen und Perspektiven, Freiburg-BaseI-Wien 1975.

12.     K.H. SchelkIe, op. cit. en No. 9, pp. 215—274.

13.     Cf. M. Eladie: Historia de las Creencias y de las Ideas Religiosas, Tomo I. Madrid 1978. (Original in French).

14.     Como orientación básica sirve: E. SchIllebeeckx, op. cit. en No. 9, pp. I 24—240.

15 Experimentamos hoy tensiones teológicas entre dos extremos: (a) Dios hace eI Reino -   sin el hombre, y (b)  EI hombre debe realizar el Reino por propia fuerza -  aunque  sea sin Dios. Ambos extremos fallan por plantear la relación Dios-hombres en forma de competencia de sistemas. Nos parece el único modelo válido, el que invita a la fe en un Dios como condición de la libertad humana.

16.     K.H. Schelkle, op. cit, en N o. 9, 114—14 1; Y L. Boff, op. cit. en No. IO, 65—9 1.

17.     K.H. Schelkle, oP. cit. 151  ss.; E . Schillebeeckx, op.  cit. 2 41—28 1.

18.     CX. G. Wióengren, Eenome,nología de la Religión. Madrid 1976, pp. 25 7—299; y G.Elnfuhrunp in die Religioriphánomenologie, Para la p0rspectiva histór ica cf. M. Elaóie, op. cit. en No. J 3. 1978, p. 1 16s

19.     K. Marx, “Zur kritik der Heqelschen Rechtsphilosophie” (1844), en. Karl Marx Frühe Schriften, voi. i (U d. p. H.—J. Lieber& P. F urth ) Darmast 12 97 J , pág. 488.

20.     La cruz es la expresión de la Iibertad de Dios, de aceptar al hombre. Por eso no se deja demostrar su ”necesidad lógica". Únicamente podemos indicar el sin-sentid o de la alternativa: del rechazo de Ia cruz por Jesús.

21.     D,S, No. 30Z.

22.     Cf. los artículos en este volumen de A. Diez-M acho msc y J. Lescrauwaet msc.

23.     H. Schelsky  preguntó  en  una  famosa  exposición  “Ist  Dauerreflexion  institutionalisierbar? ” (Se puede institucionalizar la reflexión  continua 7 ).  Presentamos aquí un ejemplo afirmativo. (CA. Id ., en Religion und GeseIIschaft (ed . p. J. Matthes) Reinbek bei Hamburg 1967, 164—189 ).

24.     Cf.     Ch.  E.  Curran.  "Ética Social:  Tareas para el futuro”, en: Concilium 138—B (1978) 286—305. H. Büchele: Christsein inn ąesellschaftlichen System-Sozialethische Refleyion ùber den Zusammenhang von Glaube und sozio-ökonomischen Strukturen. Wien “J 976. y Handbuch der christlichen Ethick (ed. p. A. Hertz, W. Korff et al. ) Vol. I I, Freiburg/br. * 1979.

25.     Cf. G. C. Homans, Elementarformen sozialen Verhaltens. Opiaden 1972.

26.     P. K nauer: Der Glaube kommt vom Hören — Okumenische Fundamental theolagic .Graz-Wien-f¢ õln 1978, p. 309.

27.     P. Knauer. op. cit.. p. 112.

 

 

 

 

 

 

 

 











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