CON UN CORAZÓN HUMANO
CAPÍTULO 11:
RESURGIR DE
UNA DEVOCIÓN O
RENACIMIENTO DE UNA ESPIRITUALIDAD
E. J. Cuskelly, M.S.C.
Algunos tenemos
suficiente edad para poder recordarnos del fin de la "época dorada" de la
devoción al Sagrado Corazón. Muchos de nosotros hemos estudiado su historia
y sabemos lo floreciente que fue una vez. Existen personas que aún guardan
la esperanza de que, si sólo lográsemos encontrar la forma correcta, una
"devoción modernizada", puede y debe tener una significativa vida en la
Iglesia de hoy. Otros, menos optimistas, reconocen el bien espiritual que
hizo a millones de personas, pero creen que pertenece a una etapa de piedad
que está lejos de volver.
Para los miembros
de Congregaciones religiosas dedicadas al Corazón de Cristo, o para los que
dentro de su historia poseen una fuerte tradición de una devoción especial
al Sagrado Corazón, esto es más que una cuestión de mera piedad. Existen por
lo menos catorces Congregaciones religiosas de hombres y ciento veinte
Congregaciones femeninas que tienen al Sagrado Corazón en su nombre oficial
(ver Anuario Pontificio de 1980). Desde el momento en que la Iglesia les
exhorta constantemente a volver al espíritu de sus Fundadores (quienes
escogieron deliberadamente los nombres que ahora Ilevan), la cuestión del
valor de la devoción al Corazón de Cristo es algo que les afecta muy de
cerca. Discutido el problema entre sus miembros, este tema ha sido a menudo
causa de dolor y de confusión.
Algunos esfuerzos
para revivir esta devoción han dado poco fruto. Se fijaron en el pasado,
pero quizá no con una suficiente profundidad que les permitiera una libertad
para re-crear algo en el presente. Con frecuencia, no se ha investigado con
bastante comprensión to que ocurre en la actualidad y que puede influir en
el futuro. La devoción al Corazón de Cristo ha sido tan útil durante mucho
tiempo a la Iglesia que sería irresponsable concluir con demasiada ligereza
que ha vivido ya su vida fructífera y que ahora puede descansar en paz.
¿Qué quiero decir
con “Iibres para re-crear"?
Por naturaleza,
nos unimos a aquello que ha sido muy significativo para nosotros. Sin
embargo, debemos tener la capacidad de dejamos interrogar con muchas
preguntas sin sentirnos por ello amenazados. ¿Son realmente necesarios, para
la devoción al Corazón de Cristo, muchos de los elementos que han
constituido “nuestra” devoción? ¿Es necesario que la devoción al Sagrado
Corazón sea vivida de igual forma por todos? Para otros la pregunta sería:
¿No nos pasa que, nuestra reacción a un cierto tipo de piedad que no nos
atrae y a sus expresiones, nos impiden observar de nuevo su fuente de
inspiración?
Creo que, para
tener libertad para re-crear y para encontrar el camino correcto de una
renovación, debemos aceptar ciertos hechos y discutir sus consecuencias
después. Entre éstos nombraría:
a) No se revive una devoción a base
de una gran cantidad de citas doctrinales ni de documentos papales. Tales
citas comprueban to ortodoxo de la devoción; afirman que puede ser una forma
útil de piedad. Pero no la harán pasar a la vida de la gente si éstas no se
sienten atraídas hacia ella de otra manera. Esto es una cuestión del
atractivo sicológico y espiritual, de las necesidades y gustos personales de
los individuos. Estos varían incluso en las vidas individuales; cambian de
una época a otra, como también de una cultura a otra.
b) No hay una sola devoción al
Sagrado Corazón. A través del curso de la historia han existido diferentes
expresiones de la devoción: Por ejemplo, con Santa Gertrudis, Santa Matilde,
San Juan Eudes, Santa Margarita María de Alacoque. Después de Santa
Margarita María, con los escritos sobre el tema de muchos teólogos, se
desarrolló una expresión más o menos unificada de “la devoción al Sagrado
Corazón”. Muchos estamos familiarizados con el contenido de ésta: El corazón
físico como símbolo del amor; Consagración, Reparación e Imitación como
expresiones esenciales de la devoción; prácticas particulares como la
observancia de los Primeros Viernes de mes, letanía del Sagrado Corazón,
actos de reparación. Ciertas imágenes estilizadas del “Sagrado Corazón”
acompañaban esta devoción.
Sin embargo, esta
fue una única forma de devoción. Durante siglos tuvo un Iugar muy eficaz en
la piedad popular. Pero como una forma muy bien puede haber perdido
irrevocablemente su atractivo. Y, ciertamente, Io ha perdido para muchos.
Tenemos que ser capaces de preguntarnos, objetivamente, qué implica esto
para el futuro.
c) Históricamente, la devoción al
Sagrado Corazón estuvo muy ligada a un tipo específico de acercamiento at
misterio de la Eucaristía y con una gran concentración en la vida terrenal
de Jesús. Sin embargo, en la actualidad, particularmente después del
Concilio Vaticano II, se ha dado un énfasis diferente a nuestra piedad. La
Eucaristía se ve primordialmente como una actividad, y Jesús es proclamad o
como crucificado y glorificado.
d) Las diferencias en la forma de
practicar la devoción, las distintas visiones y diversos énfasis, no se
limitan a las variad as épocas históricas; no solo existen entre personas de
diversas culturas nacionales. Existen, y han existido siempre, entre
distintos grupos, tales como las diferentes Congregaciones religiosas
dedicadas at Corazón de Cristo. Cualquiera que haya asistido a discusiones
entre representantes de tales grupos se da cuenta de las diferencias
inmediatamente. Un ejemplo claro es el de la Congregación de los Sacerdotes
del Sagrado Corazón, que dan un lugar central y predominante a la
reparación, mientras que otras muchas Congregaciones no Io hacen.
e) Estas diferencias son necesarias;
son un enriquecimiento, no un defecto.
Esto fácilmente
se descubre reflexionando un poco sobre el carisma que cada Fundador
transmitió a su Congregación. Este es una experiencia religiosa en la que
entra una visión peculiar del Cristo de los Evangelios con la llamada a una
respuesta particular. La devoción at Sagrado Corazón bien puede ser la
“summa totius religionis”, pero una espiritualidad particular se desarrolla
alrededor de un enfoque y un énfasis especial sobre un aspecto del misterio
de Cristo, viviendo todo Io demás a su luz. La constante llamada de los
recientes Papas a re-descubrir y vivir el carisma del Fundador no es una
exigencia a que todos nos unamos en la vivencia de una expresión común de la
devoción al Sagrado Corazón.
f) Para muchas personas en la
Iglesia de hoy, existen elementos sin ningún atractivo en la forma de
devoción generalmente aceptada. Los que han estudiado la Encíclica
“Haurietis Aquas” de SS Pío XII saben que se elaboró para contestar a
ciertas objeciones y para dar respuesta a ciertas dificultades. La Encíclica
no hizo desaparecer las dificultades. Un documento doctrinal o magisterial
frecuentemente no es la respuesta a problemas de otro orden, que existen en
el área de la experiencia y en el sentimiento religioso.
Una lista de las
objeciones puede ser:
1). — Muchas personas no favorecen una
devoción basada en una revelación privada, en este caso, principalmente en
las revelaciones de Santa Margarita María de Alacoque.
2). — Muchas personas prefieren ir
directamente a la persona de Cristo, no a su corazón.
3). — La reparación tiene poco atractivo
para el espíritu moderno; la idea de consolar al corazón de Cristo la tiene
menos todavía.
4). — La liturgia, en vez de ser parte de
devociones privadas, se presenta modernamente como una espiritualidad
comunitaria.
5). — Hoy día, la gente prefiere una
espiritualidad orientada a los demás, en vez de una devoción centrada en un
beneficio personal.
6). — Es difícil armonizar esta devoción
con la devoción a la Trinidad, y especialmente con el don del Espíritu
Santo.
7). — La devoción al Sagrado Corazón es
sentimentalista.
8). — Actualmente, la gente se inclina a
una devoción que desarrolle su personalidad.
(Ver P. Zoré,
S.J. Gregorianum 37 (1956) p. 1: Recentiorum
questionum de cultu SS. Cordis Jesu conspectus).
Muchas de estas
dificultades son todavía reales y tienen que ser tomadas en cuenta,
especialmente por aquellos que desean que todos continuemos con la devoción
en el estilo antiguo.
Los Sacerdotes
del Sagrado Corazón, siguiendo a su Fundador, P. Dehon, han desarrollado una
espiritualidad construida alrededor del concepto de reparación.
Recientemente, una de sus autoridades escribió un libro en el que busca un
término para sustituir la palabra "reparación", "por la reacción negativa
que provoca". Como sabiamente señala: “Es mucho más importante, incluso
esencial, que no dejemos perder su contenido vital por nuestro uso de
palabras”. (Giuseppe Manzoni. S.C.J.: Riparazione: Misterio di espiazione e di
riconciliazione" Ed. Dehoniane; Bologna, 1978).
El abate Huvelin,
director espiritual de Carlos de Foucauld, es bien reconocido por su sólida
espiritualidad en la que el amor de Dios tiene un Iugar central. Sin
embargo, no habIó sobre una devoción al Sagrado Corazón. Las razones de su
silencio eran: La devoción aparecía sentimental y, por los nueve primeros
viernes y las promesas ligadas a él, le parecía egoísta.
¡Quien lea, que
entienda!
Cuando digo que
las dificultades tienen que tomarse en cuenta, no estoy sugiriendo que deban
refutarse con sabias tesis. Esto sería una pérdida de tiempo; generalmente
la polémica rinde un falso servicio a cualquier devoción. El servicio que se
necesita es el de resaltar los valores con una calidad de atractivo humano
que despeje los malentendidos y remueva las raíces de los mismos.
Esto no es
siempre fácil. Una devoción sentimental repugna a muchos. Por otro Iado, una
de las razones dadas por el éxito del movimiento carismático en los Estados
Unidos es que la predicación de la religión era demasiado cerebral. Al
intentar hablar at “hombre entero" y evocar una reacción humana total, uno
tiene que balancearse en el delgado hilo entre un exceso y un defecto de
sentimiento. Tenemos que hablar al “corazón que razona del hombre” y
provocar su reacción positiva.
El camino a la
renovación.
Para los
religiosos, el camino a la renovación se ha especificado con claridad en
tres pasos esenciales: Redescubrimiento del carisma del Fundador; una vida
centrada en Cristo mediante la fe y la oración y una respuesta a los signos
de los tiempos.
Es siguiendo este
camino como las Congregaciones Religiosas dedicadas al Corazón de Cristo
descubrirán cómo debe ser su “devoción" renovada. Uno de los primeros
descubrimientos será el que no son llamados a practicar una devoción, sino
que son llamados a vivir una espiritualidad. La distinción es importante. La
mayoría de la gente tiene devoción a María, pero esto, en calidad y
extensión, es muy diferente a vivir una espiritualidad mariana. En esta
última, la devoción a María abarca la total visión y respuesta religiosa de
la persona; mientras que en la primera es una parte de toda la vida
espiritual de la persona e influye en ella como factor dominante. Incluso,
la devoción, si es suficientemente rica y se vive con intensidad, tiende a
convertirse en el centro de la vida espiritual, creando una perspectiva o
visión, trazando Iíneas de acción y realizando una estructuración de la vida
espiritual que no es artificial sino viva.
Es en la
experiencia e inspiración inicial del Fundador donde descubrimos nuestro
camino para vivir una espiritualidad centrada en el Corazón de Cristo. Este
diferirá de una Congregación a otra, por- que cada Congregación vive del
carisma de su Fundador. Consiste éste en “una peculiar forma de mirar a
Jesús en los Evangelios, con un énfasis especial en la forma de seguirlo y
servirlo en otros".
Para el Fundador
de mi propia Congregación religiosa, la devoción al Sagrado Corazón fue un
medio para descubrir, a través de una profunda experiencia religiosa, su
visión particular del Cristo de los Evangelios. Creo que este ha sido el
caso de todos los Fundadores que dieron un Iugar especial al Corazón de
Cristo en la espiritualidad de sus Congregaciones.
La Iglesia
reconoce que los Fundadores de las Congregaciones religiosas están
inspirados por el Espíritu Santo en la fundación de sus Institutos
religiosos. No podemos imaginar una tal multiplicidad de Ilamadas,
realizadas a personalidades tan diferentes y en circunstancias tan diversas,
para establecer unas congregaciones que vivan la devoción al Corazón de
Cristo de un modo idéntico en todos sus detalles. Algunos apóstoles de la
devoción tienen la costumbre de hablar de la “devoción aprobada por la
lglesia”. Aprobada no significa "impuesta", y hasta más solemnemente
aprobadas son las Congregaciones religiosas con la Ilamada a vivir su propia
espiritualidad e inspiración. Es a través de la comprensión y el desarrollo
de esta inspiración como se realizará la renovación del espíritu en una
espiritualidad centrada en el Corazón de Cristo. Y algo de esta renovación
se transmitirá a otros.
Un ejemplo
específico debe ilustrar y clarificar estas afirmaciones. El ejemplo que
pondré es el del Fundador que conozco mejor, el P. Julio Chevalier, Fundador
de los Misioneros del Sagrado Corazón y de las Hijas de Nuestra Señora del
Sagrado Corazón. En un tiempo de profunda experiencia religiosa, por y
dentro de la devoción al Sagrado Corazón, descubrió al Cristo que era “la
revelación de la bondad de Dios”, al Cristo que tuvo compasión de las
multitudes, al Cristo Buen Pastor, al Cristo que invitó a todos los que
sufrían y estaban agobiados a hallar en su corazón el amor y la comprensión
que añoraban. Esta fue su visión peculiar; y su respuesta a esta creencia en
el amor de Dios revelado en Cristo fue el deseo de formar un grupo de
personas que, creyendo en ese amor, se esforzasen en responder totalmente a
él. "Tratando de hacer propios los sentimientos del Corazón de Cristo”,
serían los misioneros de este amor y bondad, a través de su propia
amabilidad y preocupación por los necesitados, y por su predicación y
actividad apostólica. Tendrían que manifestar que, por medio de ellos, en
alguna pequeña medida “la lglesia es sacramento universal de salvación, que
manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre”
(Gaudium et Spes, No. 45), insistía a la vez en que la Congregación que
fundaba tenía por misión “glorificar al Corazón de Jesús", y por medio de él
dar gloria al Padre. Le hubiera complacido leer lo que el P. Arrupe ha
escrito sobre el "corazón” Ilamando nuestra atención al “Cristo, el Hijo del
Padre, que vino a este mundo para salvarnos del pecado y a infundir a
nuestros corazones el amor del Padre y la certeza de una vida futura. No se
puede centrar la atención de tal manera en la primacía de la fe, la gracia y
la espiritualidad del Reino, que no se oiga con suficiente atención el
clamor de los pobres, ni se caiga en la cuenta de los términos existenciales
y humanos por Ios que, en tantas ocasiones, pasa hoy el amor fraterno".
Esta cita y otras
referencias del artículo del P. Arrupe señalan las dos fuerzas esenciales de
la vida religiosa. Estas son: primero, la Ilamada a vivir de un modo
especial para Dios; y segundo, la Misión de dedicarnos a la causa de los
necesitad os, de los que se esfuerzan y son oprimidos. Sin la primera,
nuestra preocupación por los demás no aparecer á ni será en realidad una
presencia y una prueba del amor de Dios al hombre. Si n la segunda, nuestra
vida para Dios no da testimonio del amor que redime al mundo.
En sus días de
mayor auge, las Congregaciones religiosas estaban claramente consagradas a
Dios y comprometidas a la causa de los necesitados. Fue, quizás, a través de
los religiosos como la lglesia fue más obviamente el Sacramento del amor del
Dios presente en los pobres. Cuando reflexionamos en el pasado, podemos
constatar la forma tan notable como los religiosos hicieron presente el amor
donde no había amor. Llevaron el amor a los no-amad os, cariño a los que
nunca lo habían recibido. En sus hospitales cuidaban a enfermos que de otro
modo nunca hubieran recibido atención. En sus orfanatos e instituciones
correctivas, dieron amor a los que no recibían ninguna clase de amor humano.
En sus escuelas impartieron educación a los que sin recursos nunca
hubieran podido educarse. Dieron amor a los ancianos en sus últimos años
privad os de amor. En sus misiones llevaron la luz del amor de Dios a los
que nunca habían oído la Buena Nueva; Ilevaron los comienzos del desarrollo
a los países subdesarrollados.
En la actualidad,
el Estado y otras agencias suplen la mayoría de estos servicios en
escuelas, hospitales y hogares para ancianos. El Evangelio ha sido predicado
en casi todos los países. En consecuencia, el amor a los no-amados y la
preocupación por los abandonados que los religiosos procuran llevar, como
testigos y sacramentos del amor del Dios que ama y se preocupa por todos,
aparece hoy con menos claridad que antes en su fuerza testimonial. Sin duda,
es ésta la razón por la cual la Madre Teresa y sus monjas han tenido tanto
impacto en la mente de muchos. Son, en una forma más llamativa que la de
otros muchos religiosos, un signo del amor de un Dios que sale a los caminos
lejanos, buscando sin cansarse a los que ama.
Esta realidad nos
ofrece tema abundante para una reflexión sobre la renovación de la vida
religiosa. Y también, una espiritualidad centrada en el Corazón de Cristo
nos ofrece inspiración e impulso en este campo.
Obviamente,
muchas de las cosas escritas en este libro son escritos de una
espiritualidad que revivirá la devoción al Corazón del Señor. Los que la
vivan tendrán sus campos preferidos de contemplación; necesitarán encontrar,
tanto privada como comunitariamente, las formas de oración y las prácticas
religiosas que expresen y nutran esta espiritualidad. Pero, recordemos que
una devoción así conlleva una estructuración de la vida espiritual que no
es artificial sino viva.
Sería artificial,
y hoy mermaría el interés de muchos, el preguntarnos cómo debemos expresar
esto en una “consagración, imitación y reparación”. Esto sería tratar de
meter el vino nuevo, con todo su sabor original, en los odres viejos,
reduciendo todo a un sabor común. Liberados de las limitaciones de las
antiguas formas, surgirá una vida nueva que creará sus propias expresiones
conectad as a las necesidades espirituales y sicológicas de nuestros
tiempos. Se redescubrirá, necesariamente, todo Io que es verdaderamente
sólido y valedero en la antigua devoción, pero se realizará con nuevas y
propias expresiones
Cada Congregación
religiosa, al re-descubrir, re-desarrollar y re-formular su propia
espiritualidad centrad a en el Corazón de Cristo, comunicará a las otras
algo de Io que descubre. Comunicará; no buscará imponer, porque mientras más
se aprende a apreciar las “investigabiles divitias Christi” más se gozará en
las diferentes maneras en que el misterio del amor divino se manifiesta en
las limitadas expresiones humanas. Todos aprendemos unos de otros, y
personas que no sienten ninguna Ilamada a practicar una “devoción al Sagrado
Corazón” querrán compartir nuestra espiritualidad. Y nosotros, por nuestra
parte, aprenderemos de ellas.
Por ejemplo, una
Congregación buscando, desde su propia identidad, vivir la espiritualidad
que inspira a un Instituto religioso particular, ha tornado por lema propio:
“Ser el corazón de Cristo en la tierra”. Para los que han leído este libro
(especialmente para los conocedores de la espiritualidad de Sor Elizabeth de
la Trinidad), es obvio que tal lema puede inspirar toda una espiritualidad.
La Congregación afirma que intenta ayudar a sus miembros a “reconocer en sus
vidas el amor especial que Dios les tiene, para que puedan ser colma-dos por
este amor y vivirlo; a fin de ser en la tierra la manifestación del amor de
Dios, especialmente para los pequeños, los pobres, los enfermos...
compartiendo el espíritu misionero de la Iglesia...”.
En este libro
hemos invitado a nuestros lectores a reflexionar sobre los distintos
aspectos de una espiritualidad centrada en el Corazón de Cristo. Son, creo
yo, diversos modos de sugerir algo de la riqueza que los devotos de ese
corazón aprecian sin ser, con frecuencia, capaces de expresarlo
adecuadamente: “vivir una espiritualidad del corazón"; siendo Ilamados a
practicar una “contemplación compasiva"; tratando de ser “el
corazón de Dios en la tierra”: “viviendo un amor-alianza"; fijándose
en el significado bíblico de la palabra “corazón”, “toda la vida interior de
una persona”, invitándonos a dejar a un lado toda superficialidad mientras
descubrimos algo de lo ancho y profundo de la personalidad de Cristo.
No descuidamos la
invitación de San Juan, una invitación que se dirige a todos los cristianos
que miran a Cristo cuyo corazón fue atravesado en la cruz. Si aceptan “mirar
en un espíritu de compasión y oración”, sabrán que Ias palabras del profeta
son eternas, y al saber esto, “contemplarán al que atravesaron” ellos, “se
Iamentarán por El”. Y una vez más será verdad que “su dolor se convertirá en
gozo” por el don del amor redentor a un corazón que confiesa su necesidad de
redención.
Un cristiano se
deja cuestionar por el amor de Dios en Cristo-Jesús, en su vida, su muerte,
su resurrección y en eI derramamiento del Espíritu. Se deja cuestionar,
también, sin subterfugios escapistas, por el Mal del mundo. Se deja
cuestionar por el reto de ambos. Su respuesta ha sido llamada “reparación”.
Poco importa cómo se Ilame. Lo que sí importa es que su respuesta sea real e
incorporada a toda su espiritualidad.