Domingo 20 del Tiempo Ordinario Ciclo B: Preparemos con las Lecturas y con el Catecismo la Acogida de la Palabra proclamada en la Misa Dominical
Con las Lecturas Con el Catecismo Con el Directorio Homilético
Recursos adicionales para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos I
Comentarios de Sabios y Santos II
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Falta un dedo: Celebrarla
Las Lecturas del Domingo
Lectura del libro de los Proverbios 9, 1-6
La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también preparó su mesa.
Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad: «El que sea incauto, que venga aquí». Y al falto de entendimiento, le dice: «Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial 33, 2-3. 10-15
R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Vengan, hijos, escuchen:
voy a enseñarles el temor del Señor.
¿Quién es el hombre que ama la vida
y desea gozar de días felices? R.
Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de palabras mentirosas.
Apártate del mal y practica el bien,
busca la paz y sigue tras ella. R.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5,15-20
Hermanos:
Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino corno personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos.
No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.
No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo.
Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón.
Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
Aleluia Jn 6, 56
Aleluia.
«El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él», dice el Señor.
Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 5 -5 9
Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: « ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él.
Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente».
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabra del Señor.
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
La
personificación de la Sabiduría, tan frecuente en los libros sapienciales,
invita al banquete del pan y del vino, signo del banquete escatológico
prometido por Yavé. La Iglesia ha visto siempre aquí una referencia a la
Eucaristía.
Nicodemo había
pensado en un nacimiento físico; la samaritana creía que el agua que Cristo le
ofrecía era como la del pozo; ahora los judíos entienden el lenguaje de Cristo
en sentido literal. Jesús, a pesar de todo, no ceja en su planteamiento. Su
Palabra no es verdad porque sean muchos los que la acepten; ni es falsa porque
sea rechazada. Alude a la “carne” y a la “sangre”, indicio de que a Jesús se le
recibe todo entero en la Eucaristía.
La comunión de
vida que se establece entre Jesucristo y quien comulga es el tema final de la
perícopa. Para ello se apela nada menos que a la comunión de vida entre el
Padre y el Hijo. Ahora es cuando queda definitivamente claro que es “el pan de
la vida”.
Cuando las
verdades se “conquistan” por consenso, hay que pensar que la expresión misma es
errónea. A la verdad no se llega por ese camino. Así sólo se logra un acuerdo o
pacto, un convenio, pero no necesariamente la verdad. Y fuera de ella la
existencia humana acaba oscureciéndose.
_ “En el corazón
de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las
palabras de Cristo y por la invocación del
Espíritu Santo, se convierten en el
Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa
haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la
víspera de su pasión: ``Tomó pan...'', ``tomó el cáliz lleno de vino...''. Al
convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del
pan y del vino siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el
ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino, fruto ``del trabajo
del hombre'', pero antes, ``fruto de la tierra'' y ``de la vid'', dones del
Creador. La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que
``ofreció pan y vino'' (Gn 14,18) una prefiguración de su propia ofrenda”
(1333; cf. 1334).
_ “De cada día”.
La palabra griega ``epiousios'' no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento.
Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de ``hoy'' para
confirmarnos en una confianza ``sin reserva''. Tomada en un sentido
cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien
para la subsistencia. Tomada al pie de la letra ;obepiousios: ``lo más
esencial'';cb, designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo,
``remedio de inmortalidad'' sin el cual no tenemos la Vida en nosotros.
Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este
``día'' es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía,
en que pregustamos el Reino venidero.
Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre ``cada día''” (2837).
_ “La Eucaristía
es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es la fuerza
de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para
que vengamos a ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además,
en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y
que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación” (San
Agustín, serm 57,7,7) (2837).
“Naciendo, se da como amigo; puesto a la mesa, como
alimento; muriendo, se ofrece como redención; reinando, como premio” (Himno
“Verbum supernum”).