Taxista Misionero: Mini-Cursillo preparatorio acelerado - usted puede impartirlo durante el trayecto que esté viajando con él
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Estampita de Ntra. Señora: pedir a los Misioneros del Sagrado Corazón
Presentamos el mini-cursillo "El Taxista Misionero": Toma usted un taxi y en lugar de hablarle al chofer del clima, de la política o del futbol, ¿por qué no hablarle de la misión que tiene todo bautizado: animar a los hermanos a que se acerquen a Dios por medio de Jesucristo y con la ayuda de Nuestra Señora del Sagrado Corazón,
abogada de las causas difíciles y desesperadas? Colaboramos así con él para que
encuentre su verdadera felicidad. Cualquier creyente puede desarrollar este mini-cursillo durante el trayecto
del viaje en el taxi. Sólo con imaginar que el taxista se convierte en misionero,
acaso no es suficiente estímulo para prestar nuestra voz al Señor ¿no le parece?
He aquí que le ofrecemos un bosquejo de cómo hablar al hermano taxista
Primera parte: Asegurando los fundamentos
Segunda parte: Taxista misionero
Iniciando la conversación
Usted le pregunta:
Sr. taxista, ¿Como ha amanecido hoy?
¿La familia está bien?
Bendito sea Dios.
¿Cada qué tiempo le cambia el aceite al motor de su auto?
¿Me permite una pregunta un poco más complicada?¿Cada qué tiempo le cambia usted el aceite al motor de su propia alma, que también necesita mantenimiento?
¿Cómo se hace esto? Le explico:
Dios le ama a usted así como es. No se resiente aunque, a lo mejor, no lo visite mucho los domingos en su casa. Dios es un Padre que ama a sus hijos. Lo ama usted tanto que hasta ha entregado a su único hijo para que se haga hombre, cargue con sus pecados, los míos y los del mundo entero y los estrelle en la Cruz en su muerte. Dios lo ha resucitado para que en su nombre tengamos vida eterna. Pero ni así nos obliga. Siempre respeta nuestra libertad. No es que necesite de nosotros. No necesita nada de nosotros como nosotros no necesitamos nada de una mosca que vuela ahora en Tacna, y menos aún. Pero Dios es un Padre que sabe que cuando sus hijos están cerca van bien, cuando se alejan están mal. ¿Entonces cómo hace? No pierde la paciencia. Le habla por la conciencia: "Hijo, quiero perdonarte todos tus pecados. Quiero fortalecer tu alma con la palabra y la eucaristía de mi Hijo para que tengas vida eterna, puedas resistir a todas las tentaciones y puedas dar un ejemplo luminoso en tu casa". A lo mejor en la casa dicen: "¿Vamos a la Iglesia?" Y muchos contestan con la clásica respuesta: "No tengo tiempo, tengo que trabajar para poder pagar las cuentas". La otra respuesta clásica es la siguiente. Poniendo cara de sufrido: "Estoy cansado, otro domingo". ¿Y cuándo será? Y entonces Dios ha pensado: "¿Como les ayudo a estos hijos míos que no hacen caso a mi voz en su conciencia ni en su casa? No quiero asustarlos. Entonces les mandaría alguien (p.e. a un cura viejo gordo feo y pecador) para que les hable de mi parte. A ver si me hacen caso. Si no tendré que mandarles un obispo, al señor cardenal, al Papa o algún santo. Pero el mensaje sería siempre el mismo: "Hijo mío, te estoy esperando. ¿Hasta cuándo?"
¿Sabe cómo los católicos hacemos el cambio de aceite del motor del alma? Con una buena confesión. Se botan todos los males y, si hace falta, se cambia el motor del alma completo en tres minutos. ¡Y todo gratis!
Y el combustible de altísimo octanaje, que se adapta a todo tipo de motor del alma y alcanza para toda la semana, también es gratis, la misa dominical: escuchar la palabra de Dios, recibir el cuerpo de Cristo y entonces el motor del alma camina como una seda.
A veces hay que resolver los siguientes problemas:
¿Usted trabaja los domingos?
¿Usted es casado por Iglesia?
Si está casado por Iglesia o soltero
¿Cuánto tiempo que no se confiesa?
A continuación según la respuesta escoja el
siguiente tema:
Si trabaja el domingo pasar a 'santificando el trabajo'.
Si no es casado por Iglesia se pasa a 'santificando el matrimonio', también
se le cuenta cómo hizo un colega suyo para pedir a su mujer que se casara
con él por Iglesia frente
a una probable incredulidad.
Si no se confiesa desde hace tiempo, se pasa a 'santificando nuestra vida'
Si ha aceptado lo anterior o si vive su fe plenamente se salta a 'segunda parte: el taxista misionero'.
Santificando el trabajo
¿Usted trabaja también los domingos? ¿No le gustaría trabajar menos y ganar más? Entonces haga el intento de aplicar el método que le propongo. Se pone usted al habla con Dios: "Señor, yo trabajo los domingos y en tu Biblia dices: 'Es día del descanso para el Señor. En ese día no trabajarás ni tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno (y si fuera un texto moderno) ni tu taxi, porque es día de descanso para el Señor'. Y usted le dirá : "Pero Señor, las situación es apremiante y los domingos siquiera hay un poquito más de chamba". Pero, siendo inteligente, recapacita pensando: "Pero Dios es Dios. El no depende ni del día ni de la hora. El puede dar cuando quiere". Se pondrá nuevamente al habla con Dios: "Señor, tú no vas a ordenar el descanso dominical para que yo y los míos pasemos necesidad. Por eso, confiando en ti, trabajaré entre semana de lunes a sábado. Si tuviera fe el sábado sólo hasta las seis de la tarde pero a lo más tardar a las ocho de la noche para no estar agotado el domingo. Y tú tendrás que darme lo suficiente para que yo pueda descansar tranquilamente los domingos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén". ¿Y cómo saber si Dios le ha escuchado? Muy sencillo: Haciendo la prueba. Y Dios tendría todo el derecho de decir: "A ver, a ver si tienes un poco de fe". Porque Dios ama a su familia más que usted la pueda querer y entonces él tiene que proveer a través de su trabajo. Pero Dios es tan bueno que hasta en eso quiere ayudar. Sucede una cosa muy curiosa. A los taxistas que les vengo hablando como que Dios justo en estos días les está dando a ganar un poco más, alguito más. Y se ponen a pensar: "¡Que buena suerte!" Nada de buena suerte. Dios está proveyendo para que pueda hacer la prueba sin angustiarse. Así que, el próximo sábado a las seis de la tarde cuente la platita y verá que alcanzará hasta el miércoles de la semana que viene. Guarda su carro y se va a su casa. A lo mejor, en la casa le dicen: "¿Oye, que pasó? ¿Hay un problema porque
llegas tan temprano?" "He hecho un trato con Dios". "¿Cómo cómo cómo es esto?" "Me han dicho que si trabajo con fe entre semana y si tú rezas ganaré en seis días lo que antes ganaba en siete y hasta más. Y Dios me regala el domingo completamente libre. ¿Y no sería fenomenal que esto funcione? Y fíjate, hay como un signo: cuando te decides de hacer la prueba de descansar el domingo como que Dios te da a ganar alguito más para que no te angusties. Y he ganado alguito más aunque no te lo haya contado". "¡Así que escondiendo dinero!" "De acuerdo, de acuerdo. Lo que yo gano también es tuyo. Pero no me puedes mandar a trabajar con el bolsillo vacío. Para poder trabajar necesito para combustible, para dar vuelta a los clientes y una pequeña reserva. Porque si se me baja la llanta ¿qué hago?" "¡Pero ya estás ganando!" "A veces uno da vueltas y vueltas y no hay nada. Por eso será mejor que hagamos juntos un presupuesto. Anotamos los gastos fijos para no olvidarnos y apuntamos cada día lo que entra y sale. Es un poco molesto pero vale la pena porque sabremos en cada momento como repartir el dinero. Y además, vamos a pelear mucho menos por el dinero". "Muy bien. ¿Y el trato?" "Bueno, si Dios me regala el domingo libre tengo que corresponder". "¿Y cómo vas a corresponder?" "He ofrecido a Dios ir a misa los domingos, descansar con la familia y confesarme regularmente…"
Santificando el Matrimonio
Preguntando al taxista: "¿Es usted soltero, casado por Iglesia, casado por civil o conviviente?"
(En el caso de sólo estar casado por civil o de ser conviviente)
¿Quiere usted a su mujer? Pues, si quiere ir al infierno vaya solo, ¿qué culpa tiene ella? Porque el convivir sin sacramento del matrimonio significa decir a Dios: 'Tu quieres que mi matrimonio sea santo, tú quieres estar en medio de nosotros,, tú quieres hacer de nuestra familia una iglesia doméstica, pero yo prefiero pecar". Cásese por Iglesia para que ella pueda confesarse, comulgar y tener pasaporte al cielo. De paso le va a arrastrar a usted hacia arriba. Muchos alegan que no tienen el dinero para casarse por Iglesia. Y entonces se les sugiere lo siguiente: Vaya a misa el domingo en su parroquia y después de la misa busquen ustedes al sacerdote porque hay que hablar con él y no con la secretaria. Se presentan y le dicen: "Padrecito, queremos casarnos por Iglesia pero usted sabe cómo es la situación: no alcanza para nada, ciertamente no hay para recepción, música y flores. Y el trabajo del taxista es muy desigual, a veces hay, a veces no hay. Por eso queremos pedirle de casarnos por Iglesia en estricto privado, que menos menos cuesta, y si podemos pagarlo en cuotas, ¡mejor todavía!" (El que no llora no mama). Y el padrecito tratará de ayudarles y les dirá que traigan su partida de bautismo, escuchen las charlas y vengan a hacer el pliego matrimonial que son las declaraciones para constatar que no hay impedimento para el matrimonio religioso. Y cuando todo está listo, se confiesan, se casan por Iglesia, su lonchecito en casa: ¡Matrimonio Santo! Y Dios estará en medio de ustedes y entrará la santidad en su casa.
¿Le cuento cómo ha hecho un colega suyo? Éste se dijo: Si le digo a mi mujer casémonos por Iglesia, me va a cerrar la boca:
Me vas a prometer otra vez de casarnos por Iglesia y yo espero y espero
y de repente dices: no va alcanzar, no se puede. Hablemos de otra cosa. ¿Cómo hago para qué mi mujer me crea? Pondré un poco de drama. Cuando en la tarde regresó a su casa, como siempre le vino corriendo al encuentro la chiquita: "Papito, papito". Y él era de los esposos equivocados que apachurran a los hijos y a la mujer le saludan diciendo: "hola". Y la pobre mujer tiene celos de sus hijos porque les dan un beso a ellos y a ella nada. Esta vez dijo: "Alto, alto, alto. Primero tengo que hablar con tu mamá,
la reina del hogar". Y la niña se fue corriendo: "Mamá, mamá, papá quiere hablar contigo,
la reina del hogar". Y la mujer se puso medio nerviosa. El entró, la saludó con un beso y le dijo: "Es una cosa bonita. Por favor, toma asiento". "¿Pero por qué?" "Por favor, toma asiento". Ella se sentó y se sorprendió que él se pusiera de rodillas delante de ella y comenzara haciéndole una gran declaración de amor: "Tú eres la única mujer en el mundo entero que me hace feliz. Todas las otras mujeres, ni miss mundo, ni miss universo, ni miss Perú no valen nada al lado tuyo. Tú eres la única". Y la mujer lo estaba mirando pensando: "No huelo alcohol, está sano". Y en la puerta los niños: "Escucha las cosas bonitas que dice papá a mamá". Alargó su declaración un poco para mantenerla en suspenso y al final dijo: "Por eso quiero pedirte la mano". "Estamos juntos". "Quiero pedirte la mano para casarnos por Iglesia". "Pero si siempre dices que no hay plata, no hay plata". "¿Quieres casarte conmigo por Iglesia?" "Claro que sí". Entonces le creó. Y el domingo hablaron con el padrecito y ahora están felizmente casados, confesándose regularmente, comulgando todos los domingos y los niños de vez en cuando juegan a pedir la mano como han visto a su papá. ¡Matrimonio Santo!
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Se me ocurrió decir durante el sermón dominical: "Tengo la impresión que las mujeres pecan más que los hombres". Las señoras me miraron escandalizadas. Dije: "Es una conclusión lógica. Las mujeres se confiesan más a menudo, significa que tienen más pecados". Las señoras negaban con la mano y con la cabeza. "Vamos a ver: ¿los hombres se confiesan menos porque tienen menos pecados?" La respuesta fue un contundente "No". "¿Por qué entonces no se confiesan los hombres?" "Les da miedo y vergüenza". "¿A los varones valientes les da miedo confesarse?" Las mujeres contestaron con un contundente "si". "Caballeros, ¿es cierto eso?" Silencio total en la Iglesia. Quien calla otorga.
Ayuda mucho confesarse regularmente porque entonces tenemos una ayuda especial para luchar contra los pecados confesados. Y cuando estamos en estado de gracia podemos podemos en cada misa comulgar, recibir el "Pan de los Fuertes". Jesús dijo solemnemente (capítulo 6 del Evangelio de San Juan): "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que, de este pan vivirá para siempre… y el pan que yo doy es mi carne para la vida del mundo. Y el que no come mi carne… no tiene vida eterna".
Se han resuelto los problemas anteriormente mencionados comience usted el mini-cursillo del taxista misionero. Le ofrecemos un ejemplo. Usted déjese guiar por el Espíritu Santo.
Segunda parte: Taxista Misionero
Imagínese que usted, en lugar de hablar a sus pasajeros del clima, de la política o de fútbol, les da un pequeño testimonio como quien comparte una experiencia:
"¿Es usted católico? Para mí es muy importante de estar cerca de Dios y eso lo logro yendo a misa y comulgando todos los domingos, confesándome regularmente (imagínese que no me confesaba… años). Te da una paz maravillosa y siento que Dios me ayuda muchísimo a hacer las cosas bien. (El que está tramitando el matrimonio religioso: Estoy haciendo mis trámites para el matrimonio religioso y pronto podré confesarme y comulgar. Estoy muy ilusionado). Es maravilloso de estar cerca de Dios". Y, Dios mediante, la persona que le escucha se pone a pensar: "Eso me hace falta a mí también", se acerca a su parroquia y ha ganado usted un alma. Se ha con vertido en taxista misionero. Dice el apóstol Santiago: "El que logra que se convierta un hermano salva su alma de la muerte y cubre multitud de pecados". Y entonces llevará usted a su pasajero no solamente a la puerta de su destino sino también a la puerta del cielo. Porque apenas una persona se decide en su corazón: "¡Voy a acercarme a Dios!", Dios viene corriendo porque a la primera señal sabe que la puerta del corazón está abierta y le permite regresar. Por supuesto, que hay que poner todo en marcha: confesión, comunión, matrimonio religioso, etc. pero Dios viene enseguida. ¡Taxista Misionero!
A los taxistas interesados les suelo ofrecer una estampita de la Virgen María. Un colega suyo la tiene colgando del espejo y a veces cuando sube un pasajero le comenta: "¡Que bonita la Virgen!" Les contesta: "Ella ayuda muchísimo. Es abogada de las causas difíciles y desesperadas. ¿Por qué no reza la oración que está en el dorso de la estampita?" Y mientras manejo la persona reza y así mi taxi se ha convertido en capilla
rodante.… Imagínese el bien que usted puede hacer, ayudar a los hermanos para que se acerquen a Dios. Es una de las cosas más grandes que podemos hacer. Taxista Misionero.
Los queridos hermanos evangélicos
Al ver la estampita las personas saben enseguida que usted es católico. Y cuando los queridos hermanos evangélicos comienzan a atacar diciendo: "La Escritura prohíbe adorar imágenes y estatuas", entonces les gasto una pequeña broma. "¿La Escritura prohíbe tener imágenes? Entonces deberá ustedes sacar todos los billetes que tenga porque llevan imágenes". "Pero no los adoro". "¿Usted tendrá fotos en su casa? ¿Sabe lo que tiene que hacer? Tiene que romperlas todas. ¿Sabe por qué? Porque usted ama el papel y no a las personas que están en la foto". "Pero no es así". "¡Entonces cómo puede decirnos a nosotros los católicos que estamos adorando imágenes y estatuas! Nosotros adoramos a Dios y veneramos a la madre de Dios y a los santos representados en las imágenes. Y la cita de la Biblia que se refiere a la prohibición de hacerse imágenes se refiere a dioses falsos. Y si insisten que no es así entonces les pregunto: "¿Sabe usted cuántas iglesias evangélicas existen en el mundo? Más de 30,000 y cada una dice que la Escritura es una y cada una la interpreta de manera diferente porque si no, serían una sola Iglesia como la católica. Entonces contésteme esta pregunta: ¿Con qué derecho piensa usted que su interpretación es la verdadera y no de las otras 29,999 iglesias?
Y además, las iglesias evangélicas más antiguas tienen algo más de 500 años.
¿Dónde estaba la Iglesia de Jesús durante los 1500 años anteriores? Los queridos hermanos evangélicos,
además, deberían primero ponerse de acuerdo entre ellos y entonces hablar con los católicos. Pero finalmente deberíamos rezar lo que pidió Jesús en la última cena: "Padre, que todos sean uno como tú y yo somos uno".