La Misión del Taxista Católico para con sus Pasajeros: Escuchar, Animar, Anunciar la Buena Nueva
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Queridos Taxistas: Su apostolado es un 'apostolado de la oreja' que cumplen cada día en la gran ciudad, a pesar de la apatía, el sufrimiento y la incertidumbre de no poder hacer frente a las obligaciones de la familia.
Ustedes son hombres y mujeres que escuchan. ¡Cuántas veces han escuchado confesiones! ¡Cuántas veces ustedes han dado aliento, han hecho terapia desde el volante! ¡Cuántas veces han abierto puertas de esperanza!
El trabajo de ustedes no es solamente conducir un auto; es dejar que el hermano se aproxime, y aproximar la escucha y el corazón de ese hombre o de esa mujer o de esa familia que ha subido.
Ustedes hacen bien a la sociedad con ese diálogo con el pasajero, aunque no le hablen de Dios, pero se acercan al alma de un hermano o una hermana y le abren un horizonte de esperanza.
Los animo a seguir haciendo el bien de la palabra y de la escucha, el bien del consejo, el bien de la comprensión, aunque estén cansados, aburridos y sudados de tanto estar arriba del auto (Cf.
Mensaje del Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio)
Piensen: Ustedes pueden darles mucho más: Pueden llevarles no sólo a la puerta de su destino sino también a la puerta del cielo por medio de su testimonio. Para ello revístanse de la Armadura del Taxista Misionero y contemplen las iniciativas al alcance para llevar adelante la Misión: Taxista Misionero.