De temporibus novissimis - De los Últimos Tiempos (José de Acosta): Libro Tercero
Index de Materia y de Citas Bíblicas
Advertencia - Texto original en formato pdf
Páginas relacionadas
LIBRO TERCERO.
La persecución del Anticristo aunque sea fuerte no superará a la Iglesia.
Capítulo I.
La ayuda de Dios y
el cuidado de los ángeles
Capítulo II.
De la gran defensa de la divina Escritura de cara a las artes del
Anticristo.
Capítulo III
Habrá en el futuro, al final del tiempo, hombres de apostólica santidad para
la Iglesia.
Capítulo IIII
Algunos dudan que en el tiempo del Anticristo vengan Elías y Henoc.
Capítulo V.
Es sentencia común de los Padres que Elías y Henoc volverán en los últimos
tiempos.
Capítulo VI.
Si nos atenemos a la fe de la Escritura canónica no se puede negar la venida
de Elías antes del juicio.
Capítulo VII.
La Escritura transmite que también Henoc vendrá antes del juicio.
Cap. VIII
En el libro de la Apocalipsis se manifiesta claramente la venida y la
admirable predicación de Elías y de Henoc.
Capítulo IX.
Al venir Elías y Henoc, los judíos parece que no se convertirán en lo más
mínimo
Capítulo X.
El resto de Israel creerá en Cristo por la predicación de Elías.
Capítulo XI.
Concordar de los pasajes de la Escritura respecto a la fe y la infidelidad
de los judíos.
Capítulo XII.
Si al mismo tiempo se dará el reino del Anticristo y el testimonio de
aquellos dos profetas.
Capítulo XIII
Acerca de la concertación de Elías y Henoc con el Anticristo.
Capítulo XIV
El
martirio y la glorificación de los santos Elías y Henoc.
Capítulo XV.
En el monte santo el Anticristo tomará asiento y ahí mismo perecerá.
Capítulo XVI.
Será
destruido el maligno aquel por Cristo el Señor.
Capítulo XIV
El intervalo señalado por Daniel entre la destrucción del Anticristo hasta
el día del juicio.
Capítulo XVIII.
La persecución del Anticristo aunque sea fuerte no superará a
Capítulo I.
Hasta ahora hemos hablado del reino y del poder del Anticristo, de la guerra
tan salvaje como jamás
Tenemos de parte de Dios, que no miente, varias promesas y pactos
consagrados de gran firmeza. Dice: Yo estaré con vosotros todos los días
hasta el fin de los tiempos (Mt26). Y en otro lugar: Sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella
(Mt 16). Y más nuevamente: Les dará un Paráclito para que esté con ustedes
para siempre (Jn 14). Y nuevamente: La verdad está en nosotros y permanecerá
con nosotros para siempre (2 Jn 1). Y nadie arrebatará mis ovejas de mi mano[1].
No faltarán mis palabras de la boca de tu descendencia ni
ahora ni nunca[2].
Son innumerables los testimonios que nos aseguran que el Dios bueno y
benigno nunca abandonará a los suyos[3].
Es más, lo que ha sido escrito ha sido escrito para tengamos por la
paciencia y el consuelo de las Escrituras una esperanza que falla como una
ancla segura y firme para el pueblo fiel de Cristo[4].
Porque él mismo lo dijo: no te despediré ni te abandonaré
(Jos 1) de manera que confiadamente podemos decir: Dios es mi
ayudador, no temeré lo que me haga el enemigo[5].
Tampoco soltará a aquel dragón
funesto el Dios clemente en el fin del mundo si
esté seguro que habrá
colmado de su gracia a los suyos en la fuerza de la cual vencerán al furioso
enemigo cuando sea soltado. Esto será una mayor gloria para Dios. El diablo
atacará a la Iglesia de Cristo con todas sus fuerzas y después haberla
tirado y torturado aquí y allá,
se verá obligado retirarse al
valle con gran ignominia y desesperación.
Tal fue también la pertinaz discusión del nefasto Satanás acerca de Job
quien es citado como una maravillosa figura de la última calamidad de la
Iglesia. De ahí viene también
con el permiso de Dios el poder de dañar. Aquí tenemos también el éxito
finalmente de tan largo y duro combate de manera que el hombre se ve alabado
por Dios [p. 521]. Aparece aún
más iluso a causa de la violencia de las
tentaciones. Dios cuida su causa y
lo remunera la paciencia del hombre inocente con abundantes bienes. Es que
aun Satanás está atado de
alguna manera para que no pueda dañar cuanto quisiera para que nosotros no
seamos tan imbéciles y tímidos que perdamos nuestra salvación a causa del
furor de aquel. Se le soltará nuevamente
en aquel último tiempo. Esto también es obra de la sabiduría y
misericordia de Dios de manera que aquellos soldados fuertes de Cristo
expuestos todos al furor del salvaje enemigo experimentarán
cuántas fuerzas de la gracia de Dios se dan para mayor gloría del
Padre celestial.
Suelen finalmente los excelentes artífices, luego de editar varios
documentos de acuerdo a su capacidad, realizar una máximo esfuerzo para que
todo el asunto se concluido con el mayor esplendor posible. De la misma
manera me parece que Cristo para demostrar la magnitud de la gracia y su
fuerza, luego de que tantas
cosas han sido llevado adelante firmemente y como si quisiera producir un
embrujo supremo, ordena soltar a aquel león violento y dejar que se
enardezca contra él lo más que le sea posible, para que
La ayuda de Dios y el cuidado de los ángeles
Capítulo II.
El género humano es, pues, inerme por naturaliza e deficiente en todas las
dimensiones y, al soportar al enemigo, la lucha y el furor desatado y al
cargar con el interminable combate de los impíos, simplemente no está a la
altura sin la ayuda divina. Por eso hemos ahora de mirar cuáles son los
auxilios que recibe
También serán ayuda nuestra los santos ángeles. Eliseo vio mucho más de
ellos que estaban con él que los que estaban con los enemigos que vio su
servidor aterrado por la multitud de carros de guerra y soldados[8].
En aquel entonces serán ante todo los ángeles los que vendrán en auxilio del
pueblo de Dios y lo harán con prestancia. No escribió Daniel sin una razón
muy grave: En aquel tiempo surgirá el gran príncipe Miguel que se pone del
lado de los hijos de tu pueblo (Dan 12). Juan describe la obra y la acción
de Miguel en ese pasaje como suele hacer, como para describir el
cumplimiento de lo que dijo aquel profeta. Narra la lucha valiente de Miguel
contra el dragón y de sus
ángeles contra los ángeles de aquel[9].
Vencerá en gran batalla y pondrá en fuga al enemigo y esto lo hace
nuestro egregio príncipe Miguel durante todo el trayecto de la Iglesia. Sin
embargo, como lo indica el
orden de las cosas suficientemente, se trata ante todo de aquel última
batalla en la cual Miguel vencerá y se le aclamará con gran alegría por
todos los que están en los cielos: Ahora se ha hecho la salvación y la
virtud y el reino de nuestro Dios y la potestad de su Cristo[10].
Por tanto, bajo la protección de Cristo rey una de San Miguel, el guía de la
milicia cristiana, ¿quiénes no se prestarán para ser valientes combatientes
contra los enemigos de la Iglesia católica? ¿O cómo es posible de tener
miedo a quien sea cuando ante ellos Dios es el que da la capacidad de luchar
y cuando él es jefe? ¿Cuándo los próceres supernos llevan grandes
estandartes en todas partes y con gran combate? [p. 523]
De la gran defensa de la divina Escritura de cara a las artes del
Anticristo.
Capítulo III.
De entre los auxilios eternos contra las trampas e innumerables fraudes
del Anticristo, por las cuales seducirá a las sanciones del oribe
entero, ocupa
Harán, dice, signos grandes y prodigios de manera que serían llevados al
error si fuera posible también
los elegidos. He aquí que se lo he predicho[15].
Realmente es admirable la providencia de Cristo, porque ¿qué opondrá
¿Qué dice Pedro? Tenemos una firme enseñanza profética, a la cual haréis
bien prestar atención para su propio bien. Es como una luz en un lugar
tenebroso
[p.
524]
hasta que comience el día y la luz surja en su corazón[17].
Lo que pregunto es, ¿qué testimonio es más firme de lo que se ha dicho? Un
testigo ocular mismo narra el
sublime milagro de la transfiguración de Cristo. Con todo, los insignes
testimonios proféticos sobre Cristo
por medio de la aceptación en la fe
quieren adquirir una firmeza y un peso mayor aún. Por eso el mismo
Cristo rebate rotundamente a los judíos diciendo: Escruten las Escrituras
porque ellas dan testimonio de mi[18].
Y, si creyeran a Moisés quizás creerían también en mí, porque de mi escribió[19].
Y también Pablo a quien antes ha prometido la Escritura[20].
La fe en Cristo no se confirma sólo por los milagros sino también por las
Escritura. Se ha dado los signos a los paganos, a los creyentes se les ha
dado las Escrituras. Es por eso que la primera Iglesia abundaba en milagros
puesto que su misión consistía en evangelizar a los paganos. En los últimos
tiempos – ya que los fieles ya han sido llamas la Iglesia se apoyará
mayormente en las Escrituras.
Para decirlo de manera más contundente: todos los milagros nada serían e
inútiles si no fueran corroborados por
De ahí es la máxima seguridad de
Así pues, ante la magnitud y el gran número de los signos y prodigios del
Anticristo, la divina Escritura aprovecha al pueblo fiel y sabio como
argumento
[p. 525]
invencible argumenta de cara a las insidias preparadas.
Por eso está escrito que su
adviento será de acuerdo a la
acción de Satanás con todo tipo de fuerza, signos y prodigios mentirosos[23].
También está escrito: habrá signos y grandes prodigios. Y en otra parte: Se
le ha dado el poder para que
haga grandes signos[24].
Por eso los necios y cegados por la ambición de la gloria serán cogidos por
estas trampas. En cambio, los sabios y los que prestan atención al
conocimiento de la Escritura no caen en absoluto en las trampas que sean ya
que en vano se les tiende la red ante los ojos de tienen alas como dice
Salomón[25].
Esto es precisamente lo que el admirable profeta Daniel dice sobre los
últimos tiempos al final de su sublime revelación. Los impíos acatarán de
manera incomparable, ni tendrán entendimiento los inteligentes impíos. Sin
embargo los verdaderos sabios entenderán[26].
Por eso de cara antes las enseñanzas cerradas y selladas hasta
el tiempo predefinido el Ángel dijo: Los sabios y los que son capaces
de entender la palabra de Dios brillarán como esplendor en el firmamento
para toda la eternidad[27].
Aquel que esconda en su
corazón la enseñanza de Dios[28]
no pecará, ni la magnificencia de Satanás lo podrá llevar
a la perdición que posee la enseñanzas de los sagrados oráculos.
Habrá en el futuro, al final del tiempo, hombres de apostólica santidad para
la Iglesia.
Capítulo IIII
En realidad, forma parte de una preocupación principal de la divina
providencia de proveer hombres idóneos de la Iglesia. Pues cuando se anunció
el primero evangelio se requería de una actitud apostólica invicta firme e
inflamada del fuego del Espíritu divino
- primicia del Espíritu al los comienzos – porque había que oponerse
a un poder supremo y a una hinchada sabiduría de los hombres y también a los
que se creían que era muy religiosos. De esta manera también cuando los
emperadores romanos salvajemente
persiguieron el nombre cristiano[29],
[p. 526] existía una grupo estupendo de mártires muy valientes. En ninguna
época de
Vemos la disposición admirable de las estrellas que están distribuidas por
las diversas áreas del cielo[30].
No se concentran las más luminosas en un solo lugar sino repartidas en
diversas constelaciones y así, mezcladas con estrella menor constituyen este
hermosísimo aspecto del firmamento entero. Así sucede también en la historia
de
Por eso no hay duda que la amargura máxima
de aquellos tiempos la divina providencia tendrá preparados a hombres
muy excelentes que serán portadores así de la gloria de los
apóstoles. Para alabanza de aquellos hombres, el Apóstoles Pablo se incluye
en el número de ellos cuando escribe a los efesios de esto último tiempo.
Esto lo opina Anselmo y no le falta la razón. Nosotros que vivimos, que
quedamos, no nos adelantaremos a aquellos que ya durmieron[31].
Y aunque al crecer la iniquidad se enfríe la caridad de muchos[32],
con todo, aquellos que de cara a tanta tempestad en contra no permitan que
se extinga en ellos la presencia del Espíritu Santo, no pueden por eso hacer
otra cosa que ser ardientes en
el amor de Dios. Es que el soplo violento del viento apaga la llama pequeña
pero azuza a la llama grande.
Teniendo en alta estima a aquellos tiempos y considerando grandes a los
hombres aquellos, el beato Agustín prácticamente desprecia a sí mismo y sus
contemporáneos y los considera como nada en comparación. Aunque esta
apreciación sea el producto de la gran humildad muy propia de aquel Padre,
no es menos [p. 527] es por eso menos verdad. Traigo las palabras de este
Padre:
En comparación con aquellos santos y fieles que entonces vivirán,
¿qué somos? Aquellos serán probados y para ello soltarán a un enemigo tan
potente, mientras que Y
nosotros, cuando todavía atados, tenemos que luchar con tantos peligros[33].
También Hipólito, a quien cita Jerónimo en el libro de los escritores
eclesiásticos, habla de manera similar de los santos de aquel último tiempo[34]:
Bienaventurados ustedes que en aquel entonces vencerán al tirano. Realmente
en comparación con los mártires anteriores han de declararse como más
ilustres y sublimes. Precisamente por ser superiores estos mártires vencerán
los secuaces del demonio. Estos hasta conquistarán al mismo hijo de la
perdición y alcanzarán la victoria. Como no los colmará de alabanzas y
coronas Cristo el rey nuestro. Hasta aquí Hipólito.
Pues,
La sagrada Escritura describe con lujo de detalles cuáles serán los méritos,
cuál será la gloria de aquellos
siervos de Cristo que lucharán con el Anticristo. Leemos en Daniel[36]
que el pueblo conoce a su Dios, lo temerá y hará su voluntad, habrá muchos
sabios que enseñarán en medio del pueblo, caen por la espada, el fuego, el
cautiverio y en la rapiña de los días. Y de los eruditos sufren para ser
probados, para que sean elegidos, para que sean blanqueados hasta el tiempo
pre-establecido. Los escritores
eclesiásticos piensan que estas cosas fueron dichas referentes al tiempo del
Anticristo. Lo que sigue
ciertamente va en esta línea[37]:
Ve Daniel, porque han sido
sellados y cerrados los serones
hasta el tiempo pre-establecido. Serán elegidos, serán blanqueados [p. 528]
y muchos serán probados como fuego. Los impíos actuarán impíamente. Los
impíos tampoco entenderán. Sin embargo, los doctos comprenderán. Desde el
tiempo que será quitado el sacrificio perene y se colocará la abominación
para la desolación pasarán mil doscientos noventa
días. Evidentemente esto se ha dicho de la persecución del
Anticristo. En ella muchos serán probados como la plata en el fuego, serán
blanqueados y como llevados a adquirir
el valor del metal precioso.
Juan concuerda con eso, es decir, que se trata de la bestia que actúa como
tirano inmune (Apc 13), exclamando y diciendo: Quien tenga oídos que oiga.
Quien lleva al cautiverio, al cautiverio irá. El que mata a espada por la
espada conviene que perecerá. Esta es la paciencia y al fe de los santos.
Maravillosamente brillará también aquella fe perseguida por tantos
signos del adversario pero no serán vencidos ni cederá en nada.
Por eso la última edad de la Iglesia producirá hombres prefectos
reclamados por los tiempos durísimos. A ellos
se entregará el reino sempiterno de Cristo
luego que ha sido vencido gloriosamente el príncipe de este mundo.
Algunos dudan que en el tiempo del Anticristo vengan Elías y Henoc.
Capítulo V.
Aunque sean grandes en sí mismo y aunque en todos los tiempos sean comunes
las ayudas cono todo, se preparará para
Ahora bien, ninguna época ha podido observar que los antiguos profetas
volviesen nuevamente a ocuparse de las realidades del mundo. ES cierto que
Samuel a pedido de Saúl y por el conjuro de la pitonisa se ha presenta muy
contra voluntad y por breve tiempo[38].
Sin embargo, los apóstoles Pedro, Santiago y Juan [p. 529] recibieron una
enorme gracia de Dios lo que Moisés y Elías
mientras tanto pudieron
contemplar y escuchar[39].
El rey Sora recibió y leyó los escritos de Elías arrebatado de entre los
hombres[40]
pero los presentarán como triste anuncio del pendiente castigo divino.
También los cuerpos de varios santos resucitaron y luego de la resurrección
de Cristo de entre los muertos vinieron y se aparecieron a muchos en la
ciudad santa[41].
De todos modos es cierto que de parte de ellos en nada había como una
costumbre con los hombres.
Herodes pensó que Juan el Bautista había resucitado, pensando que el mismo
Cristo era Juan[42].
Y la gente judía sin instrucción creía que
Elías o Jeremías o uno de los profetas habían regresado al contemplar
las obras admirables de Cristo[43].
Ahora es cierto: ninguno de los santos ha sido llamado nuevamente a la vida
humana mortal acostumbrada. Es que nunca han vuelto
a nuestra vida de aquí los que disfrutan de aquellas realidades
celestiales que son mucho mejores.
Sin embargo, cuando llegará la
época extrema del mundo que está por perecer, entonces por decisión divina
serán enviados hombres excelentes en primer lugar Elías y Henoc para que
confirmen los corazones dudosos
y en peligro de desfallecer de los hijos
y los conviertan a la fe firmísima y la constancia de los primeros
Padres y apóstoles de Cristo.
Este regalo de Dios es tan poco frecuente y poco usual de acuerdo a la
humana experiencia que algunos
no lo captan y obcecados por la humana estupidez no lo creen en absoluto. De
ahí no faltan quienes desprecian
la venida de Elías y Henoc en la época del Anticristo como si fueran
una fábula y o un sueño y piensan que nada de esto sea cierto.
Piensan que se trata de
la opinión de algunas personas piadosas
y que no hay nada que pueda apoyarse en el fundamento de
Es sentencia común de los Padres que Elías y Henoc volverán en los últimos
tiempos.
Capítulo VI.
Así discuten los hombres que ignoran las cosas de los hombres y se atreven a
censurar los designios de Dios. Lo que hay en el hombre nadie lo sabe sino
el espíritu del hombre que está en él. Lo que es de Dios nadie lo sabe sino
el Espíritu de Dios que están en él y lo revela lo que quiere y a quien
quiere. ¿Quién ha sido su consejero? ¿O quién
conoció el consejo de Dios? ¿Acaso Dios no ha hecho que lo
inteligente de este mundo se convierta en necedad?[45].
Todas las cosas que sólo la voluntad de Dios puede hacer que exista querer
que sean aprobadas o desaprobadas y someterlas por medio de minúsculos
raciocinios humanos, no es otra cosa que delirar y esto de manera muy
marcada.
¿Quién puede pretender ciertas las cosas como quien llevará a un zapatero o
un carnicero a las futuras
nupcias de Felipe, sea avisado o delegado anteriormente, cuando acontecerá
dentro de tres años, todas estas cosas que a los mismos antiguos estaban
veladas? ¡Que se vayan los que con sus sospechas se dan importancia [p. 531]
de cara a las sentencias comprobadas de los Santos Padres
o, mejor dicho,
del Espíritu Santo! No se trata, pues, de la opinión de los escolásticos, de
Tomás[46],
de Buenaventura, de Ricardo[47]
y de sus semejantes que aunque se tratara sólo de su doctrina habría que
tomarla muy en serio especialmente en los tiempos cuando el escudo de la
doctrina escolástica protege muchísimo contra la perfidia de los heréticos.
Así que, tomando en cuenta el hecho que se trata del pleno consenso
de todos los santos antiguos, que estamos ante una tradición perpetua
de
Primero hablaré de Elías. Puesto que su caso es el más conocido y cierto he
de aducir sólo unas cuantas sentencias de los antiguos Padres y que afirman
como verdad católica la venida de aquel. San Agustín, por ejemplo, en su
conocidísima obra De civitate Dei dice lo siguiente. ‘Por este Elías,
profeta grande y famoso, será expuesta la ley en el último tiempo antes del
juicio. Y en las enseñanzas y en el corazón de los fieles queda la
maravillosa seguridad que los
Judíos creerán que en el verdadero Cristo’. En consecuencia no puede haber
esta maravillosa seguridad en el corazón de los fieles si fuera falso e
inseguro. Lo mismo dice en la
misma obra al reunir los datos de los tiempos futuros aprendemos que
en aquel juicio y acerca de
aquel juicios que estas cosas sucederán en el futuro.
Que a Elías, el tesbita, lo perseguirás el Anticristo, que Cristo
vendrá para juzgar, la resurrección de los muertos, etc. (Agustín libro 20
De civitate Dei c. 80) donde nadie puede desconocer
como en fe este Santo Padre quiere sostener la venida de Elías ya que
lo conecta con la persecución del Anticristo y la resurrección de los
muertos en estos documentos de una fe segura.
Crisóstomo lo corrobora en varios pasajes especialmente en las homilías
sobre el evangelio de Mateo[48]
[p. 532]. Esto mismo lo dicen Jerónimo, Teofilacto e Hilarión cuando
refieren las palabras de Cristo en el evangelio de
de que Elías vendrá. Esto lo
explicaremos muy pronto. Ahora bien, el mártir Justino los supera a todos:
Nuestro Señor enseño eso mismo entre otras cosas que en aquel entonces
vendrá Elías y es sabremos qué
sucederá cuando nuestro Señor vendrá en la gloria de los cielos: también su
venida anterior precedió el espíritu de Dios que estaba en Elías, es decir,
en Juan el profeta de vuestra raza: después de este no ha existido ningún
otro profeta entre nosotros. Y de Henoc escribe Tertuliano en el libro
contra los judíos lo siguiente: Al justo Henoc que no estaba circunciso ni
observaba el sábado, lo trasladó de este mundo, él que no gustó tampoco la
muerte para mostrarnos ya
él como candidato a la eternidad que nosotros también sin
la carga de la ley de Moisés podemos agradar a Dios. De lo mismo está
escrito en el tratado de Sión y de Sinaí, una obrita de Cipriano: Henoc
quien antes del diluvio como justo agradó a Dios y fue por eso de este mundo
en su naturaleza carnal que Dios conoce: desde ese lugar habrá de renovar la
consumación de este mundo de donde es trasladado para confundir y vencer al
Anticristo.
De la venida de ambos en medio
de los tiempos del Anticristo, desde la tradición de
Y Elías, así como era asunto de la forma de su sustancia profetizando la
asunción de los Padres, y nada impide
que ellos en el cuerpo recibieran la asunción y el traslado por
aquellas manos por las cuales fueron formados y recibieran
también por las mismas la asunción y el traslado, esas manos de Dios
estaban acostumbradas en el caso de Adán de (cooptare), de sostener, de
cargar su cuerpo y llevarlo y colocarlo en el lugar que quieran. Ahí es
colocado el hombre antes, es decir, en el paraíso, como dice
Capítulo VII.
Si se consulta un poco siquiera la opinión general este tema no lo deja de
lado
Esta duda no sencilla de los apóstoles la satisfizo breve pero lúcidamente
el Maestro respondiendo a amabas partes de la pregunta: Elías, pues, ha de
venir y restituirá todo. Con estas palabras aprueba satisfactoriamente y
confirma la opinión de los escribas y de los fariseos respecto a Elías el
tesbita que ha de venir antes que el Cristo e indica lo que hará. Dice que
todo lo restaurará, es decir, la antigua y colapsada religión, él la
renovará íntegramente. Pero, para que los incrédulos judíos no aporten eso
como pretexto como una justa excusa, añadió: Les digo que Elías ya ha venido
y no lo reconocieron sino hicieron con él lo que quisieron. Así también el
Hijo del hombre sufrirá por ellos. Esto se ha dicho porque Juan el Bautista
vino en el espíritu y la fuerza de Elías, tal como el ángel lo dijo. Esto lo
había explicado a los judíos mismos el Señor cuando hizo de Juan un
magnifico elogio: Si quieren aceptarlo, él mismo es Elías que había de
venir. Quien tanga oídos que oiga. De esta manera señaló al místico Elías y
no que fuera él el real. Con todo Cristo en el evangelio de Marcos demuestra
que Malaquías ha profetizado de ambos, del místico Elías y del verdadero.
«Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, ¿cómo está escrito del Hijo
del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado?
Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han
querido, según estaba escrito de él.»[49]
Así Cristo demuestra aquí que Elías había de venir y había venido como
estaba escrito de él. Por eso aquellos que quieren que las palabras de
Malaquías y de Marcos sólo se refieren a Juan el Bautista, se equivocan
muchísimo porque claramente enseña que así que distingue su doble venida así
habla de dos Elías uno que vino antes y uno que ha de venir.
[537]
Esta
es la
auténtica explicación del pasaje evangélico por medio de la cual
transmitimos para que pueda aprender claramente quien quiera, al
leer el coloquio de Justino Mártir. Allí el judío Trifón objeta que
Jesús no ha sido el mesías porque Elías todavía no había venido y que es
necesario que venga antes de Cristo. Al que responde Justino:
es verdad que Elías el tesbita ha de venir antes de Cristo según la
profecía pero esto hay que entenderlo de la segunda venida puesto que antes
de la primera venida de Cristo vino Juan el Bautista en el espíritu
de Elías. Así pues, lo que los apóstoles preguntaron a causa de la opinión
de los judíos esto mismo objetó el judío Trifón. Y así como Jesús respondió
a los apóstoles de la misma manera Justino dio una respuesta satisfactoria a
Tifón. Finalmente la autoridad
del Eclesiástico asegura que ciertamente habrá de venir al final Elías. Esta
autoridad es canónica en
Así el mismo Cornelio en sus comentarios al Eclesiástico ha intentado
defender que no se encuentra en Escritura canónica alguna algo que lleve a
la convicción que Elías habrá de venir al fin del mundo. Ahora bien, La
interpretación que aporté de pasaje del Eclesiástico lo ha eludido,
concluyendo que no es de FIDE que Elías vendrá antes del día del juicio
final. Más tarde, en su concordia evangélica, que es una obra posterior
escribió que es una enseñanza de
Cap. VIII
De Henoc, sin embargo, también son muy certeros los testimonios de
Esta su disputa casi me mueve el estómago. Pues cualquiera entiende que es
una razón insulsa: ha sido trasladado
de esta manera para que las
generaciones
[540]aprendan a hacer penitencia. Pues ha sido llevado al descanso
después de
una vida larga y agradable y no después de una penitencia que ha
abandonado una vida viciosa sino después una vida que ha sido vivida de
manera íntegra e inocente. Pregunto: ¿Qué ejemplo de penitencia es este?
Porque si se da por ser un ejemplo de penitencia y ven los hombres en él los
beneficios de Dios, será razón, más bien para un ejemplo de inocencia o de
fe como lo quiere el apóstol[55].
Será un ejemplo de esperanza, de religiosidad, de justicia, de caridad; en
fin, será de todo y de nada ya que no se atribuye nada especial de este
hecho excepcional. á de todo y de nada ya que no se atribuye nada especial
de este hecho excepcional.
Puesto que se apoyan en el griego y su cultura, nosotros apenas semi-latinos
hacemos mucho más al apoyarnos en nuestra edición, es decir, la Vulgata
premunida de la autoridad del sínodo tridentino[56].
No nos inquieta en absoluto si falta una palabrita en griego o en el hebreo
cuando hemos aprendido de Agustín[57]
y Jerónimo[58]
y hasta de Lucas y Pablo, intérpretes aprobados por
Por eso vemos varios testimonios en el apóstol y en Lucas[59]
citando de la traducción de Septuaginta que discrepan no medianamente del
hebreo no sólo en el sentido sino también en las palabras como hemos
demostrado en otro lugar con la ayuda de Dios. Observamos también que los
Santos Padres (275) exponen ambas lecturas que muchas veces son diferentes
entre sí pero, por ser sagradas no osan dejarlas de lado. Esto lo hace
Jerónimo de manera característica; Gregorio y Agustín a veces. Retengamos,
pues, y vindiquemos
apoyada la gran autoridad de nuestra lectura y
escuchemos el vaticinio como que viene del Espíritu Santo como lo es
realmente: Henoc ha sido trasladado al paraíso para que es lleve a las
naciones la penitencia y aprendamos de ahí con seguridad
[541]: así ha sido
trasladado para que lleve la penitencia. Ahora bien, llevar la penitencia y
lo que es esto nos lo enseña
Capítulo IX.
Tampoco es una hipótesis humana que estos dos varones han sido guardados
para el fin de los tiempos. Más bien lo creemos por autoridad divina porque
de ellos ha profetizado innegablemente el libro del Apocalipsis de Juan de
la siguiente manera: A la ciudad santa la pisotearán las gentes por 42
meses. Y les encargaré a dos testigos míos y profetizarán 1260 días vestidos
de saco. Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están en la
presencia del Señor de la tierra. Y si alguien quiere hacerles daño, de su
boca saldrá fuego y consumirá a sus enemigos y si alguien quiere herirlos
así tendrá que morir. Estos tienen la potestad de cerrar los cielos para que
no llueva en los días de sus profecías y tienen potestad sobre las aguas
para convertirlas en sangre y para herir a la tierra con la plaga que ellos
quisieran. Y cuando termine su testimonio surgirá la bestia del abismo y
hará guerra contra ellos[61].
Se dice cosas gloriosas de estos dos héroes que con admirable poder anuncian
la verdad de Dios y de cuyos méritos grandes se predican como que los alaba
Zacarías que son dos olivos y dos candelabros delante la majestad de Dios[62].
Ellos realizarán
[542]
su predicación durante 1260 días, es decir tres años y
medio, Estimularán a los mortales a hacer penitencia y a despreciar el mundo
por su ejemplo austero, revestidos de saco vivísimo y provocan el terror a
los impíos por grandes signos hasta que la bestia asciende del abismo –se
trata del Anticristo como se demuestra patentemente en otra parte- contra la
cual declaran la guerra espiritual y contra la cual lucharán vigorosamente[63].
Digo que todo esto no se puede entender sino de Elías y Henoc. Pues, leí en
las escolias de alguien que estos dos testigos fueron Cristo y Juan el
Bautista ya que predicaron durante dos años y medio y esto es tan
incompetente que hasta me da
pena rebatirlos. Si los dos testigos son Cristo y Juan ¿cómo es crucificado
su Señor lo que enseguida se añade? ¿Acaso ha sido crucificado el Señor de
Señor de Cristo? ¿Acaso resucitó Juan el Bautista después de tres días y
medio lo que se afirme de esos tres testigos? Acaso el cuerpo de Cristo
siguió en el sepulcro hasta el día de la resurrección lo que ahí se afirma?
Desechada esta estúpida o impía interpretación abrazamos la explicación
piadosa y verdadera de los Santos Padres quienes de común acuerdo exponen
con seguridad que la profecía se refiere a Elías y a Henoc. El Papa Gregorio
escribe de esta manera: De ahí que estos dos eximios predicadores han sido
sustraído a la muerte para que al fin de los tiempos sean llamados para la
predicación y de quienes habla Juan. Estos son los dos olivos y los dos
candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra[64]
.De uno de ellos atestigua
De la misma manera explica Hipólito a quien recuerda Jerónimo al escribir
sobre Daniel, Se diferencia al añadir al apóstol Juan a Elías y Henoc, lo
que
Al venir Elías y Henoc, los judíos parece que no se convertirán en lo más
mínimo
Capítulo X.
Guardando firmemente la doctrina de
A mí me parece que
En este momento, lo que intento dilucidar es una cuestión no fácil de
solucionar: ¿al final los judíos
volverán por el ministerio de Elías a la fe de Cristo o no? Y ¿qué
pensar respecto al hecho de que casi todos los Padres están de acuerdo que
al final de los tiempos serán especialmente los judíos que seguirán al
Anticristo? Es una gran contradicción: de un lado los judíos al final de los
tiempos volverán por el ministerio de Elías a Cristo
y del otro lado serán los judíos que mayormente por instigación del
Anticristo lucharán más que
todos los demás contra la Iglesia de Cristo. Que serán los judíos los
primeros o los más interesados en aceptar al Anticristo, tal como lo afirman
los santos Padres, esto lo hemos probado sobradamente arriba en el segundo
libro[74].
Ahora bien, varios pasajes de
El resto de Israel creerá en Cristo por la predicación de Elías.
Capítulo XI.
De otro lado se citan pasajes no menos en número y en claridad que dicen que a esa nación se les concederá cierta salvación. Es, pues, Pablo que trata este tema con insistencia. Luego de estipular la vocación de altísima gracia de Dios para las naciones también ha perfilado la ceguera del pueblo judío y su soberbia. Sin embargo, al final lleva de su reflexión pregunta: ¿Acaso Dios ha rechazado a su pueblo? Y responde que no[79]. Aquí menciona a los elegidos contemporáneos del pueblo de Israel y hace referencia también a sí mismo como a uno de ellos como al final se convierte y finalmente relata cómo disputó, encomendando a la gracia de Dios, oportunamente para combatir la arrogancia sea de los paganos sea de los judíos. Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles[80], [p. 547] Y un poco más adelante: En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía, así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia. Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia[81]. No se pudo hablar con mayor claridad de la salvación futura del pueblo israelita. En el profeta Oseas leemos lo que sigue: Porque durante muchos días se quedarán los hijos de Israel sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni estela, sin efod ni terafim. Después volverán los hijos de Israel; buscarán al Señor su Dios y a David, su rey, y acudirán con temor al Señor y a sus bienes en los días venideros[82]. Moisés no habla con menor claridad: latín 278->Deu 4:30 Cuando te alcancen todas estas palabras (había predicho, pues, los pecados de aquel pueblo, la pérdida de la tierra de promisión, la dispersión entre todas las naciones), al fin de los tiempos, te volverás al Señor tu Dios y escucharás su voz; porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te destruirá, y no se olvidará de la alianza que con juramento concluyó con tus padres[83].
Además, las Escrituras penetrantemente manifiestan que ante todo por
el ministerio de Elías en el mismo fin del mundo se dará el regreso de este
pueblo judío a su Dios y a Cristo su rey a quien Oseas llama David. No
citaré aquellas cosas del evangelio[84]
que he anotado arriba: Elías ciertamente vendrá y restituirá todo. Esto lo
entienden como que lo dice de la conversión de las judíos Crisóstomo,
Agustín, Jerónimo, Beda, en fin, todos, y la profecía de Malaquías ya citada
[p. 548]
corrobora ciertamente esto: He aquí que les enviaré al profeta
Elías antes que de venga el día del Señor grande y horrible y convertirá el
corazón de los padres a los hijos y el corazón de los hijos a los padres[85].
El versículo anterior demuestra que está hablando de los judíos. Allí dice.
Haced memoria de la ley de Moisés, mi siervo, la que mandé en el Orbe los
preceptos y mandatos a todo Israel. El más apodíctico es el Eclesiástico
que reconciliará el corazón del padre con el hijo y que restituirá las
tribus de Jacob[86].
Por eso, Agustín enumera entre las cosas que hay que retener con fe firme,
la venida de Elías y la fe de los judíos en estos mismos tiempos del
Anticristo[87].
También el Papa San Gregorio
inculca esto como una enseñanza de
Concordar de los pasajes de
Capítulo XII.
Falta reconciliar pasajes
con pasajes que aparentemente con contrarios. Latín 279
En cuanto estos son coherentes entre sí no lo puedo exponer ni más
brevemente ni más lúcidamente como lo hace el santo profeta Daniel cuando
trata el tema de acuerdo que fue expuesto por el ángel. Se trata del pasaje
donde había dicho que en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe,
quien actúa a favor de los hijos de tu pueblo y vendrá un tiempo como lo ha
habido desde que existen las naciones hasta el tiempo aquel y nadie duda que
esté hablando del fin del mundo. A lo anterior añade en seguida: “Y en
aquel tiempo se salvará tu pueblo, todo aquel que estuviera inscrito en el
libro”
[89]. Por tanto, cuando el
apóstol dice: “Todo Israel será salvo”[90],
entonces hay que tomar en consideración “quien estuviera inscrito en el
libro de la vida”. Esto lo expresan también las palabras aquellas del
Salvador: “Elías vendrá y
[pg. 549]
y restituirá
todo”, es decir, a todos
los Israelitas a los que encuentre dóciles y que se dejen persuadir; tal
como muy bien expone Crisóstomo: convertirá para Cristo instaurando la fe,
el espíritu y la verdadera religión de sus mayores, de los patriarcas, de
los profetas, de los apóstoles. Sin duda, la conversión de los judíos en el
último tiempo será gloriosa tal como lo había predicho Moisés y al final de
los días Oseas[91].
Aunque algo de esto consta de hecho en estos tiempos, ante todo por la
predicación del beato Vicente, pero también por el celo y el ardor de los
reyes católicos de España, Fernando e Isabel, y también por obra y
diligencia de algunos santos pontífices. Con todo será mucho más copiosa por
el admirable ministerio del profeta Elías. De acuerdo la fe de la escritura
canónica no hay duda al respecto.
Esto no contradice de ninguna manera
con aquellos que otros pasajes de
Eso de decir todo de una parte es una costumbre frecuente en la Escritura.
Por
eso aquel que ignora eso o poco lo advierte muchas veces se confundirá y
tiene que creer que las Escrituras dicen cosas contrarias. Y tampoco
encontraré copiosos ejemplos más copiosos para este tema que cuando las
Escrituras hablan de la elección y del rechazo del pueblo de Israel. Se encuentran tantos pasajes en los profetas, en los salmos y en el
mismo Moisés respecto a la salvación de aquel pueblo por Cristo, a la
exaltación, a la gloria. También aparece mucho que dice lo contrario, esta
vez respecto a ruina, a la ceguera y a la extrema miseria por causa del
rechazo de Cristo de esos infelices e ingratos d manera que páginas enteras
como opuestas entre sí (especialmente en Isaías)
casi no se dan que hablan de lo
mismo[93].
Pues, en todos estos argumentos es preciso repetir el documento de memoria
saludable del apóstol: No es que haya fallado la palabra de Dios. Pues no
todos los descendientes de Israel son Israel. Ni por ser descendientes de
Abraham, son todos hijos. Sino que «por Isaac llevará tu nombre una
descendencia»; es decir: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino
que los hijos de la promesa se cuentan como descendencia[94].
Y en la otra epístola: Latín 280 Así Abraham creyó en Dios y le fue
reputado como justicia. Tened, pues, entendido que los que viven de la fe,
ésos son los hijos de Abraham[95].
Por eso, aunque lo judíos son descendencia de Abrahán
según la carne, sin embargo, no es de ellos que
Si al mismo tiempo se dará el reino del Anticristo y el testimonio de
aquellos dos profetas.
Capítulo XIII
La pregunta es: ¿en qué tiempo Elías y Henoc
llevarán adelante su admirable predicación para procurar la salvación
de los judíos y de las naciones? ¿Será antes de los tiempos del Anticristo o
después? ¿O será más bien al
mismo tiempo y así
irán al encuentro de la tiranía de este y a la fiel obediencia que
prestarán? No hay duda que Elías y Henoc predicarán en los tiempos del
Anticristo y estarán pie contra pie (como se suele decir). San Gregorio
escribe de esta manera: Al fin del mundo Satanás entrará en el hombre, aquel
a quien
Esto no sólo lo sostienen Gregorio y los demás Padres que escriben que de
ellos será rebatido aquel hijo del diablo, también los manifiesta claramente
el Apocalipsis de Juan[97]
De ahí se entiende que al mismo tiempo de alguna manera ambas cosas
sucederán, el reino del Anticristo y el testimonio de aquellos hombres. Y
también porque
Agustín piensa que la venida de Elías y la conversión de los judíos serán
antes que aparezca el Anticristo[100].
También Beda aporta aprueba una sentencia de algunos que luego de la
predicación de Elías y de Henoc y después de haberse realizado la matanza de
tan grandes varones recién entonces surgirá
el reino del Anticristo y que sus inicios y el fin de aquellos
sucedan de modo cercano. Y quiere entender la profecía de Daniel de la
siguiente manera: afirma que in
medio de las semanas cuando que cesa el sacrificio y sea abolido. Pues es
sabido que en la famosa profecía de Daniel que las semanas comprenden siete
años. La última semana comprenderla como del fin del mundo eso no solamente
Beda sino eso lo quieren también otros de los más antiguos. En aquella
última semana o septenio los espacios se dividirán de manera que en el
primer medio, es decir, tres años y medio, ocurre la predicación de Elías y
Henoc, la restante mitad, es decir, tres años y medio que quedan lo ocupará
el reino del Anticristo. Como dije, esta es la opinión de Beda el venerable
y también de Hipólito. Esto es bastante incierto o, más bien, improbable de
que las semanas de Daniel pertenecen a la venida posterior de Cristo y no
más bien a la anterior como escribe Agustín a Hesiquio utilizando también la
autoridad de Jerónimo[101].
Además el mismo texto del Apocalipsis parece insinuar en seguida la
destrucción del Anticristo y el fin del mundo
después haber acontecido el asesinato de aquellos dos profetas por
mano del Anticristo y su glorificación divina luego de tres días y medio.
Dice: El segundo ¡Ay! ha pasado. Mira que viene en seguida
el tercero[102].
Por el segundo ¡ay! sin duda
[p.553]
se significa la persecución del
Anticristo y por el tercio el mismo juicio final. De esta manera San
Víctor y Santo Tomás de Aquino
parecen más bien hacer valer estos dos años y medio tanto con la predicación
de los dos profetas cuanto con la persecución del Anticristo. Puede ser que
en aquel espacio de tiempo en
diferentes lugares este sirva a Cristo y aquel cuide de la fe de Cristo
hasta que entran juntos en el combate espiritual. Poco importan si se
hace de esta manera o de la otra, de todos modos por providencia divina se
ha provisto para los problemas de los hombres. Lo es que cierto: en los
tiempos del Anticristo se ha destinado la pujanza de tan grandes profetas
para le defensa y el consuelo de la santa Iglesia.
Acerca de la concertación de Elías y Henoc con el Anticristo.
Capítulo XIV
Lo que finalmente sucederá en ese combate que llevarán aquellos Padres
contra Satanás, eso lo leemos en la misma Apocalipsis de Juan descrito de
manera gráfica. Pues, primero escribe de la excelencia y eficacia de los
santos Elías y Henoc de esta manera: Estos son los dos olivos y los dos
candelabros que están en presencia del Señor de la tierra. Y si alguien
quiere hacerles daño saldrá fuego de su boca y devorará a sus enemigos y si
alguien quiere herirlos entonces conviene que muera. Ellos tienen el poder
de cerrar el cielo para que
llueva durante los días profetizados por ellos. Tienen el poder sobre las
aguas, el de convertirlas en sangre
y de herir la tierra con todo tipo de plaga cuantas veces quieran.
Es muy perspicuo que habiendo
cumplido su testimonio y habiendo terminado su oficio de predicar y que el
haber ascendido la bestia del abismo sea según la interpretación literal
desde las agua sea, según la interpretación trópica de una profundísima
maldad, el Anticristo hará guerra no con armas de hierro y acero sino por
medio de una oposición espiritual y de palabras. Esto no requiere comentario
alguno.
En cambio, aquello que los
vencerá y duro de creer y difícil de entender lo que significa. Pues, si la
victoria esa se dice del Anticristo, que persiga a los profetas de Dios, los
aprehenda, los detenga. Los someta a tormentos y finalmente los
mate, eso es fácil de aceptar. ¿Por qué admirarse? Lo que los
profetas, los apóstoles, lo que miles y miles de mártires han sufrido, lo
que el mismo Señor de todos ha soportado, esto
los ha experimentado los testigos precipuos testigos de Dios y, por
ende, no es nada nuevo ni deshonroso. En realidad de esta manera ellos
vencen en lugar de ser vencidos. Esto lo he dicho en otro lugar y eso
fácilmente lo comprende y le es conocido al que conozca
Por lo expuesto queda claro que es algo muy distinto lo que insinúa
Finalmente igual que Iannes y Mambre Latin 282 en aquel entonces al
encontrarse con Moisés han sido superados por la magnitud y la multitud de
los signos[106]
y así como el mismo Elías pugnando por la verdad de Dios quebró la impiedad
de los profetas de ´Baal[107],
así de manera inversa Elías y Henoc y la misma Iglesia de Cristo serán
oprimidos por el falaz poder de los signos y de la ciencia y por los signos
de la ostentación de santidad para que a juicio de muchos la causa de
Anticristo será considerada como más de acuerdo con la verdad y más
poderosa.
Esto lo confirma el santo Papa Gregorio al hablar de los últimos tiempos.
Aunque no les faltarán a los fieles en su combate los signos, sin embargo,
los de aquel serán tantos que los nuestros aparecen como poco o nada[108].
Igualmente el mismo Cristo lo predijo: Harán grandes señales y prodigios,
capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos[109].
También en la misma Apocalipsis está escrito que el orbe universo atónito de
admiración dirá: « ¿Quién como
Si le parece a alguien increíble que se le ha de permitir al Anticristo tanta potencia que sucumban (en la opinión del mundo, los fortísimos guías de la verdad, Elías y Henoc, es bueno recordar él, la cabeza nuestra, Jesucristo afligido y deprimido por el juicio de todos los hombres de manera que en la cruz exclamó que Dios lo había abandonado[111]. De esta extrema aflicción se canta en el salmo: Pero tú has rechazado y despreciado, contra tu ungido te has enfurecido; rompiste la alianza de tu siervo y profanaste por la tierra su santuario[112], y las demás cosas que hacen llorar hasta que diga [p. 556]: Le has cubierto de ignominia[113]. Por eso no debe sorprender que el destino de los siervos no sea mejor que el de su Señor.
El martirio y la glorificación de los santos Elías y Henoc.
Capítulo XV.
El mundo estaba observando y poniéndose del lado del Anticristo mientras que
los testigos fieles de Dios seguros en su buena consciencia no quisieron
pasarse al bando del adversario, es más, reprochaban la perversión satánica
de todos los modos posibles. Así perseveraban inconmoviblemente
en la verdad. Ya no había tolerancia
sino el muy cruel desató su salvajismo en ellos vivos y cuando
estaban ya muertos. Esta historia
(es realmente historia como muy bien reclama Ricardo de San Víctor y
no es una tropología como dicen vanamente algunos comentadores) la relata de
manera muy hermosa el apóstol Juan de este modo:
los matará. Y sus cadáveres, en la plaza de
Puede ser que suceda de hecho que como en la resurrección de Cristo la
tierra tembló así cuando los dos profetas vuelven corporalmente y sean
arrebatados a la sede celestial, la gran urbe Jerusalén temblará y será su
ruina futura. También puede ser que más bien esta descripción mística
significase el desastre para los impíos y la saludable penitencia de
algunos. No encuentro donde los Padres algo cierto y tampoco puedo afirmar,
lo que sea más proclive, que se ha de entender como un misterio como quieren
varios y que Agustín indica que se trata de algo muy común en ese libro que
se mezclen frecuentemente los tropos y las figuras[118].
Consta esto: Elías y Henoc asesinados por el Anticristo abiertamente son
engalanados con divinos honores.
[p. 558]
Aunque algunos de los Padres,
entre ellos Jerónimo[119],
no se atreven a afirmar como cierta la muerte de Elías y Henoc, sin embargo,
no faltan autores recientes y antiguos a quienes parece es aquellos varones
nunca han de morir. Con todo, es opinión de muchísimos, entre ellos Agustín[120],
Ambrosio[121],
Gregorio[122],
Hipólito[123],
Tertuliano[124]
y entre los posteriores, como dije Tomás, Ricardo de San Víctor y los
comentadores del Apocalipsis que el contexto lo confirma egregiamente que
podamos relatar la historia como cierta. Es que no regresará Elías de manera
que sin morir sería nuevamente transferido al cielo.
En el monte santo el Anticristo tomará asiento y ahí mismo perecerá.
Capítulo XVI.
Cuando estás cosas habrán sucedido no demorará mucho la destrucción de aquel
parricida. Esto lo podemos asumir sin precipitación. No sin razón ha dicho
Tertuliano que el Anticristo será liquidado por la sangre de Elías y Henoc[125].
Pues, luego de haber aporreado una gran parte del orbe de la tierra y haber
incrementado los signos de su perfidia, será para aquel el supremo intento
de constituir su trono en la
ciudad santa desde donde domine el orbe entero y aspire a la felicidad de la
gloria de la inmortalidad. Esto aparece en parte lo que hemos dicho de
Esto ha sido profetizado
palmariamente de la última exaltación del Anticristo y de su caída, de la
salvación de los piadosos y de la resurrección de todos. El comentar este
pasaje D. Jerónimo escribe de
este modo: Los nuestros exponen el último capítulo de esta visión sobra el
Anticristo de la siguiente manera: vendrá con gran multitud para atacar y
para matar a varios. Fija su tienda en Apadno junto a Nicopolis que antes se
llamaba Meaux, con comienzan a surgir las montañas de la provincia judía.
Finalmente de allí se ascenderá hasta el monte de los olivos, la región de
Jerusalén y eso es lo que entonces dice
Explica de esta manera: Algunos quieren entender que el dominador de los
pueblos, es decir, el velo que cubre a todas las gentes representa al
Anticristo quien se ha de acabar en el monte de los olivos[130].
Esto lo dijimos respecto la última visión de Daniel[131].
Allí Jerónimo no sólo cita una opinión ajena sino también escribe como
opinión suya: Isaías habla con mayor amplitud que el Anticristo vendrá hasta
la cima del monte santo e ínclito y perecerá allí. Precipitará
el Señor en el monte santo la faz del dominador de las tinieblas
sobre todas las gentes y a este que domina
a todos los pueblo y a
su unción con la cual ha sido ungido contra todas las unciones. A partir de
las profecías de Daniel e Isaías –igual que los antiguos y el mismo Jerónimo
expone-. Anselmo[132],
Tomás[133]
y otros confirman a partir de una antigua tradición que en el monte de los
olivos donde Cristo ascendió al cielo sucederá la aniquilación futura del
Anticristo. Es verdad, no se trata de un dogma de fe. Sin embargo, de
ninguna manera se puede quitar importancia a la autoridad de estos Padres ya
que ante todo las Escrituras la apoyan.
Es que tan furiosa soberbia alcanzará a aquel hijo del diablo que quiere ser enaltecido como dios y pretenderá de superar la sabiduría y gloria de Cristo Dios de manera que no solamente pretende haber resucitado de entre los muertos, como escriben los Padres, sino con gran ambición intentará también ascender al cielo ocupando el trono en lo más alto e intentará todo esto descaradamente. Por eso en la cima del monte según la enseñanza de los Padres levantará una tienda para sí para que sea arrebatado al cielo en el día fijando ante el orbe. [p. 561]
Será destruido el maligno aquel por Cristo el Señor.
Capítulo XIV
Allí la paciencia de Cristo, nuestro rey, que hasta ese momento ha soportado
aquella alma infeliz e insana se convertirá en ejemplo de justísima
severidad. Su destrucción nos la muestra el beato apóstol Pablo con las
siguientes palabras: entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor
destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con
El intervalo señalado por Daniel entre la destrucción del Anticristo hasta
el día del juicio.
Capítulo XVIII.
Luego de la eliminación del Anticristo se dará en breve el ocaso del mundo
tal como lo transmiten los Santos Padres y hasta las Escrituras: Mediará
algo de tiempo en espera de la conversión de los ímprobos y para acrecentar
la paciencia de los piadosos. Esto lo indica sobradamente la profecía de
Daniel: Contando desde el momento en que sea abolido el sacrificio
perpetuo e instalada la abominación de la desolación: mil doscientos noventa
días[148].
Es cierto que este es el número de los días hasta la destrucción del
Anticristo y todos convienen en ello. Luego sigue: Dichoso aquel que sepa
esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco días. Y tú, vete a
descansar; te levantarás para recibir tu suerte al Fin de los días[149].
Estas son las últimas palabras de la última visión en Daniel.
Este pasaje lo explica Jerónimo de la siguiente manera: Bienaventurado,
dice, quien después de la muerte del Anticristo soporta los días más allá
del número 45 predefinido cuando
el Señor y el Salvador vendrá en su majestad[150].
Ahora bien, el por qué habrá silencio durante 45 días luego de la matanza
del Anticristo, esto lo sabe Dios a no ser que por eventualidad nosotros lo
expliquemos. La dilatación del reino es una comprobación de la paciencia de
los santos. Ahora bien, cierto autor de peso objeta a esta opinión de
Jerónimo que en el caso de que luego de la muerte de del Anticristo pasen 45
días hasta el día del juicio, esto nos permite conocer con seguridad cuándo
será aquel día lo que el Señor
[p. 564]
niega
afirmando que aquel día ningún
hombre o ángel lo conoce[151].
Sn embargo, apoyando la opinión de Jerónimo Anselmo desbarata esta objeción
escribiendo de la siguiente manera. Será matado (habla del Anticristo), tal
como lo entendemos a partir del libro de Daniel, en el monte de los olivos
como mariposa en su trono, es decir, en el lugar desde el cual al Señor
ascendió al cielo. Luego de la
muerte de aquel los 45 días se
conceden para hacer penitencia de aquellos que son predestinados a la vida y
que no enfrentaron la persecución aquella sin ofensa. Si
luego de los 45 días en seguida vendrá el Señor o si todavía pasará
algo de tiempo imposible de saberlo.[152].
Esto lo dice Anselmo: se les concede después de la muerte del Anticristo a
los hombres un espacio de tiempo para penitencia no define de manera alguna
segura su fin[153].
Otros que se diferencian mucho de esta opinión piensan en una futura nueva
predicación para que la reciban los engañados por el Anticristo y esta se
entiende como la tuba del séptimo ángel a la que seguirá pronto aquel día
tremendo. De esta manera afirman que habrá un intervalo hasta el fin del
mundo, pero será corto. Con todo para nosotros será inseguro en qué momento
los predestinados a la vida completen su número que sólo Dios conoce. Los
demás serán entregados junto con el diablo a las penas sempiternas. Los
sordos siguen en su sordera
permaneciendo en inequidad hasta ese momento.
Personalmente no me parece que
la opinión de Jerónimo que el número 45 está definido y consta según la
profecía de la profecía de Daniel tampoco contradice la expresión del Señor
respecto de la ignorancia del día aquél y más bien la confirma. Sin embargo,
este punto requiere de una explicación más extensa. Hemos tratado del tema
del Anticristo en dos libros, de manera lo que queda por decir respecto a
este argumento con el favor de Dios los trataremos con mayor comodidad en
otro libro.
FIN DEL TERCER LIBRO.
[1]
Jn 10
[2]
Is 59
[3]
Rm 15
[4]
Hb 6
[5]
Sal 117
[6]
Apc 13
[7]
Ef 2;
Filip
[8]
2 Re 6
[9]
Apc 12
[10]
Apc 12
[11]
Prov 80
[12]
Ef 6
[13]
Cant 5
[14]
Gregorio, In
Cant
[15]
Mt 24
[16]
Gal 1
[17]
2 Pe 1
[18]
Jn 5
[19]
ibíd.
[20]
Rom 1; 1
Cor 14
[21]
Jn 10
[22]
Jn 1; Is
40
[23]
2 Tes 3;
Mt 14
[24]
Apc 13
[25]
Prov 1
[26]
Dan 12
[27]
ibíd.
[28]
Sal 118
[29]
Rom 8
[30]
Job 26
[31]
1 Ts 4
[32]
Mt 24
[33] Agustín, libro 20 De civit. cap. 8
[34] Hipólito, De consum. saeculi
[35] Cant 6
[36] 11
[37] Dan
12
[38]
Eccl 46; 1 Re
28
[39]
Mt 17
[40]
2 Par 21
[41]
Mt 27
[42]
Mc 6
[43]
Mt 16
[44]
Mt 3
[45]
1 Cor 2;
Rom 2; Sap 9; Is 50; 1 Cor 1
[46]
S. Th. I,
p. q.
[47]
De Sanct.
in Apc. libro 3 par. 2 c. 7
[48]
Crisóstomo hom
[49]
Mc 9, 12-13
[50]
Sir 48:10.
Nota: se cita el número de los salmos según
[51] Cf. Sir 48:9
[52] Gen 5:24
[53] Heb 11:5
[54] Sir 49:14. El original dice Eccl. 44
[55] Cf. Heb 11, 5.
[56] Cf- Concilio Trid. Sess. 4.
[57] Cf. Agustín, 18 de civit. c. 42 y libro 20 c. 28.
[58] Jerónimo en prolog. Paralipom.
[59] Lucas y Pablo no pocas veces utilizan la traducción de la septuaginta aunque el hebreo lo tenga de manera distinta.
[60] Cf. Lc 1, 17.
[61] Apc 11, 2-7. B. Prósper en el libro De praedict. Part. 3 de cap. 6 hastq 16 confirma abundantemente este argumento y todo lo que escribimos.
[62] Cf. Zac 4, 2-3.
[63] Cf. Apc. 13, 7.
[64] Cf. Apc 11, 4.
[65] Mt 17, 11.
[66] Ambrosio, in Psal. 45.
[67] In Apoc. C 11.
[68] Libro 3 par. 2.
[69] In 11 Apoc.
[70] In 4. Zac.
[71] Ad Marcel. en el 3. tomo.
[72] Cf. Gal 2, 9.
[73] Cf. Mal 4, 6.
[74] Arriba, libro 2 c. 5.
[75] 2 Tes 2, 14-16.
[76] 2 Tes 2, 9-12.
[77] Salmo 68, 23-23.26-27.
[78] Cf. Dan 9, 27.
[79] Cf. Rom 9 y 10.
[80] Rom 11, 25.
[81] Rom 11, 30-32.
[82]
Oseas 3, 4-5.
[83]
Deut 4,30-31.
[84]
Cf. Mt 17, 11.
[85]
Cf. Mal 4, 5-6.
[86] Cf. Sir 48, 10.
[87] Aug. 2c. de Civit. Cap. 30.
[88] Grego. In 1. lib. Reg. Cap 2 y 20 moral. c 23; super Cant. Ca. 6.
[89] Dan 12, 1.
[90] Rom 11, 26.
[91] Cf. Deut 4, 30-31; cf. Oseas 3. 4- 5.
[92] Apc 13,8.
[93] Cf. Is 63.
[94] Rom 9, 6-8.
[95] Gal 3, 6-7.
[96] Greg. Lib. 15 c. 36
[97] Cf. Apc 13,
[98] Cf. Apc 11.
[99] Cf. Dan 11.
[100] Agust. 20 de civ. C. 30.
[101] Agust. Ep. 78 y 80.
[102] Apc 11, 14.
[103] Cf. Apc 7, 9. 14.
[104] Cf. Apc 3, 12.
[105] Cf. 1 Jn 5, 4.
[106] Cf. Ex 7 passim; 2 Tim 3, 8.
[107]
1Re 18 passim; en el
original dice “ 3 Reg.
[108]
Greg. Lib. 3. mor. C. 3
[109]
Mt 24, 24.
[110] Apc 13, 4.
[111] Cf. Mt 27, 46.
[112] Sl 88, 39.
[113] Sal 88, 46.
[114]
Apc 11, 7-8.
[115]
Rom 8, 17.
[116]
TOM. In 11 Apoc.
[117] Apc 11, 13.
[118] Aug. Lib. 20 de civit c. 16.
[119] Jer. Ad Mar. 3. tom.
[120] Aug. Libro 1. quaes. Evang. C. 21.
[121] Ambr. In Psal. 45
[122] Grez. 14 moral. c. 15.
[123] Hipp. De Autic.
[124] Pert. Li. De anima.
[125] Tert. In li. De Anima.
[126] Cf. Apc 11, 7-8.
[127] Dan 11, 44 -12, 2.
[128] Jerónimo in 11 Dan.
[129] Is 25, 7-8.
[130]
Jerónimo li.
[131] Jerónimo in Daniel 11.
[132] Anselmo 2 Thes. 2
[133] Tomás ibid. Lect. 2.
[134] 2 Ts 2, 8.
[135]
Cf. Dan 8, 25. En el
original se da un error de imprenta porque allí está escrito “Joan.
[136] Cf. Tomás 2 Ts 2.
[137] Cf. Anselmo 2 Ts 2; Damasceno 4. libro c. 27.
[138]
Cf. Hch 9, 3.
[139]
Cf. 2 Mac 9
[140]
Cf. Hch 12, 2.
[141] Anselmo 2 Tes.
[142] Cf. Dan 11, 34.
[143] Cf. Job 18, 17ss. Gregorio ibi.
[144] Is 11, 4.
[145] Apc 11, 15.
[146] 11, 17-18.
[147]
Apc 19, 20-21. En el
original error de imprenta: “
[148] Dan 12, 11.
[149] Ibíd. 12, 12-13.
[150] Cf. Jerónimo in Dan.
[151]
Cf. Cornelius
Jans in Concor. Evang c. 122.
[152] Cf. Anselmo 2 Tes 2.
[153] Cf. S. Tomás in Apoc.